Los acontecimientos que sacuden a Jujuy son el inicio de una mecánica revulsiva ordenada desde la cuna del kirchnerismo: despedirse del gobierno dejando tierra arrasada, más todavía de lo que ya dejan al país. La herencia, para quien venga será una Nación postrada, desguazada en su territorio, con la mitad de la población bajo la línea de pobreza y millones de niños y jóvenes con su futuro hipotecado por el hambre, indefensa y endeudada más allá de los límites imaginables, con una hiperinflación latente y lo peor de todo, con un caos social que llevará al enfrentamiento entre argentinos.