En un juego, tener reglas claras e inamovibles es fundamental, ya que esto garantiza que todos los participantes tengan las mismas oportunidades; el “gordito de la pelota”, termina rompiendo la armonía y la ecuanimidad del juego. Lo mata y lo transforma en un trámite que no dirime nada.
En política los “dueños de la pelota” terminaron por destruir el “juego” de las elecciones y por ende dañar la representación democrática. Hoy se mide a un político por sus “mañas”, su capacidad de maniobrar entre los resquicios de la ley, en definitiva, hacer trampas es su principal gran carta de presentación.
Pero forzar los límites de la regla siempre termina rompiendo lo establecido, el convenio político y finalmente, la confianza de los ciudadanos en un sistema, que su principal virtud es asegurar la igualdad y la armonía de los habitantes de un país. La mayor parte de los gobiernos totalitarios surgieron por voluntad y elección popular y se perpetuaron gracias a la “ingenierías electorales”, que engañaron al elector y lo condenaron a vivir bajo la voluntad de una elite dirigencial, para la cual las diferencias entre izquierda o derecha, socialismo o capitalismo, son sólo consigna para debates acalorados entre la gente del pueblo.
Eduardo Huaity González
Director