La violencia surge cuando la política no puede dar soluciones, pero cuando la violencia es la política que se aplica, es el principio de la tiranía; es, en otras palabras, el huevo de la serpiente.
El fallido atentado a Cristina Fernández, puso en duda, al menos por un par de horas, la integridad misma del país y revivió la pesadilla de los sangrientos años 70. Después llegó la confusión, la sorpresa y el descreimiento. El país siguió funcionando y la Justicia avanzó en la investigación de los hechos.
No hay crisis institucional, ni está en riesgo la democracia, ni mucho menos el sistema republicano, pero si un discurso político violento tanto desde el oficialismo como de la oposición, que no aporta ni ayuda al país. Tampoco colabora que este gravísimo hecho sea usado para entorpecer o influir sobre causas judiciales.
Es momento de poner las pasiones en paños fríos, evitar confrontaciones y recordar que este es un problema político y que la única salida la brindará la política, que tiene como gran herramienta el dialogo. Resolver los problemas a punta de pistola no es una alternativa, ni nunca lo fue.
Eduardo Huaity González
Director