Estos seres fueron sembrados en la década de los 50 a lo largo de ruta 9/34 y en otros lugares cercanos, seguramente como una forma de dar un sentido de mayor belleza a los caminos que transitaban los viajeros, también fueron siempre los que han acompañado con su sombra a todo caminante.
Hoy estos árboles fueron extraídos ya que generaban un gran riesgo de caída con los consiguientes peligros de provocar otros daños a los que transitan por esta vía. Esta vegetación Muerta por dentro, pero de pie. (Alejandro Casona), seguramente que por la cantidad de estas especies en tan poco espacio crecieron con troncos delgados y altos, por la polución que les toca vivir que indudablemente debe ser varias veces mayor que cuando se los sembró, la lluvia acida, el aumento de radiación, y cuantos otros ítem que podríamos agregar para buscar el porqué de esta situación.
«Un árbol nos recuerda que, para crecer hacia lo alto, hacia lo espiritual, lo abstracto, es necesario estar bien arraigado en la tierra, en lo concreto, en la materia. Es al igual que el ser humano, un ser que une cielo y tierra. Es el portador del fruto acabado, y al mismo tiempo, está en pleno proceso de desarrollo. Nosotros, como seres humanos, somos la máxima expresión de la creación y al mismo tiempo estamos aún en proceso de crecimiento». Friedrich Nietzsche
Una gran reflexión que ahora nos compromete, no tan solo con lo visual de esta ruta, sino también con la belleza que linda con una gran parte de la trayectoria urbanista de nuestra tierra, es la necesidad de comenzar a pensar en buscar también la participación de especies autóctonas de estas yungas, sería una nueva forestación, pensando en lo que somos a quien pertenecemos, a reafirmar que queremos ser partícipes de esta sinergia de vivir con lo que la naturaleza nos ha donado, no tan solo belleza si no en esta función vital de compartir esta gran aventura de vivir.
Hace unos años el Papa Juan Pablo II dijo que el gran problema del Hombre era la deforestación de la naturaleza y de los Valores del Hombre. Porque no comenzar una nueva reforestación con plantas autóctonas ¿no será una nueva forma de reafirmar Valores que están aletargados en la sociedad?
Los invitos a todos a comenzar una nueva forma de vernos a través de la participación comprometida con nuestro hábitat, y busquemos hacer un mejor ambiente para los que nos preceden. El futuro es hoy, nos involucremos para un presente más hermoso.
Reconstruyamos la vegetación que nos circunda, que en definitiva es también la metáfora para Nuestras Vidas. Acaso no será un momento de inflexión entre el pensamiento globalizado y nuestra forma cotidiana de coexistir en un Mundo Ancho y Ajeno.
¿Sería este el gran mensaje reforestar en todos los aspectos Nuestra Naturaleza, Nuestros Sentimientos, Nuestras Vidas?
No es transformar es Reconstruir un Ambiente, este medio ambiente donde nos desarrollamos como seres vivos, pero con esa virtud y responsabilidad de ser la máxima expresión de la Creación, con esa herramienta transformadora y creadora con la que fuimos dotados.
En esta etapa se comienza a instaurar un mensaje de reconstrucción amigable con nuestro medio ambiente, pero con una perspectiva de la búsqueda de coexistir en este medio otras especies que hacen a la esencia misma de nuestra región. Dándole un color y vida a esta zona, dando una vista, creando una simbiosis de vegetación insectos y nuestra existencia.