Tras largos meses de reuniones y negociaciones, algunas muy difíciles de explicar racionalmente, el panorama electoral salteño está definido y se sabe que una docena de candidatos competirán por la gobernación en la votación del próximo domingo 14 de mayo.
Este dato, la cantidad de candidatos, es importante: emparda el récord de 1991 cuando todavía existía la Ley de Lemas y es superior al de las últimas elecciones salteñas. El gobernador Gustavo Sáenz enfrenta, entonces, 4 candidatos de izquierda, 4 candidatos de centroizquierda, 2 candidatos de centroderecha y 1 candidato de derecha.
Marcos Tognolini del Movimiento al Socialismo, Daniela Planes del Partido de los Trabajadores por el Socialismo, Violeta Gil de Política Obrera, Claudio Del Plá del Frente de Izquierda; Verónica Caliva de Salta para Todos, Walter Wayar de Entre Todos, Daniel Escotorin de Unidad Popular, Mauro Sabadini de Felicidad; Miguel Nanni de Juntos por el Cambio, Emiliano Estrada de Avancemos; y Lucio Paz Posse de Salta Avanza desafían con minúsculas chances al actual mandatario Gustavo Sáenz.
Así las cosas, el periodista Francisco D’ Andrea analizó que “es impresionante la capacidad para el suicidio que tiene la derecha salteña” y explicó que “hasta hace pocos meses uno veía que la opción al gobernador Sáenz estaba hacia la derecha, con un armado consolidado desde 2021, pero primero se rompió Juntos por el Cambio y apareció Avancemos y después, en los últimos días, hubo idas y vueltas y fugas de dirigentes de Avancemos que facilitan el triunfo del oficialismo”.
Y, coincidente con el diagnóstico de no pocos analistas políticos, recordó que “también hay dispersión hacia la centroizquierda: la izquierda tiene 4 candidatos y el progresismo también tiene 4 candidatos” y advirtió que “la dispersión del escenario político es funcional a la reelección porque resta competitividad a los espacios opositores”.
La verdad sea dicha: esa dispersión es el resultado de calculados movimientos de los operadores del primer mandatario provincial, pero, sobre todo, de la miopía y de la mezquindad de los dirigentes de la oposición.
En el panorama político publicado en la última edición de Revista Salvador ya se mencionó esa dispersión y se citó el comentario de un viejo dirigente radical. “No sé si íbamos a ganar la elección, pero seguro, todos juntos y en un solo frente electoral, íbamos a ser muy competitivos y, aun perdiendo, íbamos a ganar porque tendríamos una oposición fuerte en la Legislatura para empezar a influir en la agenda política salteña y no como ahora que todo lo deciden Sáenz, Pablo Outes y Nicolás Demitropulos en una oficina del Grand Bourg” analizó y sentenció que “hay que ser muy opa o muy cínico para partir una oposición que por primera vez en muchos años tenía reales chances de competir con el oficialismo provincial”.
Confirmadas las listas de candidatos quedaron también confirmadas la opería o el cinismo de los principales dirigentes opositores. “Habrá que ver si algún espacio consigue instalarse como ‘la oposición’ pero parece difícil porque esta dispersión le complica el panorama y le facilita las cosas al oficialismo que, además de reelegir en la Gobernación, puede ampliar su representación en la Legislatura quedándose con hasta 6 de las 9 diputaciones que se disputan por Capital” agregó el periodista D’ Andrea.
Gustavo Sáenz marcha cómodo hacia la reelección y los interrogantes son, entonces, con qué porcentaje ganará las elecciones de mayo y sí alguna fuerza opositora podrá sostener cierta cohesión después de la votación.
Nunca desde 1983 el ganador de las elecciones provinciales obtuvo menos del 45% de los votos. Es porcentaje al que como mínimo llegará Sáenz otorga al gobernador, en la práctica, casi la suma del poder público porque según advirtió Armando Caro Figueroa, ex funcionario de los gobiernos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa, “con el 30% de los votos se obtiene el 70% de los diputados y más del 90% de los senadores y quien accede al control de la Legislatura (y de los recursos públicos) detenta el 100% del poder y subordina fácilmente a toda la sociedad y la justicia, por ejemplo, no tiene posibilidad ni voluntad de oponerse”.