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Der NS-Widerstandskämpfer und Pazifist Dietrich Bonhoeffer. (Undatierte Aufnahme). Der evangelische Theologe wurde am am 4.2.1906 in Breslau geboren. Bonhoeffer gehörte zur Bekennenden Kirche, leitete deren illegales Priesterseminar und erhielt Rede- und Schreibverbot, ehe er am 5.März 1945 verhaftet wurde. Ebenso wie die Widerstandskämpfer W. Canaris und H. Oster wurde er am 9.April 1945 im KZ Flossenbürg von den Nazis hingerichtet.

Sobre la estupidez y la maldad

Comenzó a escribir y hablar en público en protesta y denuncia contra esas barbaridades. Siempre infructuosamente, inútilmente. Las personas no parecían interesadas en la valiente y decente voz de Dietrich. Su pluma, por momentos afiebrada, demandaba de la humanidad alemana un mínimo moral de consideración por la paz y la vida. Un reclamo, valiente y temerario, que inexorablemente recibía silencio y soledad.
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Una noche al regresar a su casa lo recibió su padre con la novedad que había en el hogar familiar unas personas de la Gestapo que le esperaban para llevárselo. Así fue como este hombre bueno y piadoso fue a dar a las mazmorras infernales de Hitler sin haber cometido otro delito que el intentar apagar el fuego de odio en sus prójimos. Solo por eso, así era la Alemania nazi.

En prisión Dietrich reflexiono sobre cómo era posible que esa sociedad de emprendedores, creadores, científicos, filósofos, músicos y poetas se había transformado en una colectividad de matones, cobardes, intolerantes, asesinos, corruptos y canallas energúmenos.

Dietrich se convenció que todo ello no era consecuencia de la maldad de las personas o de un temperamento malicioso de las gentes. Sino y más bien era el lógico resultado de una alteración del carácter de las personas, la razón de semejante desquicio moral era … ¡la estupidez!

En unas muy conocidas cartas que escribió desde la prisión Dietrich argumentaba que la estupidez de todas maneras era mucho más peligrosa que la malicia. Sostenía que al fin de cuentas uno puede prevenirse del mal, puede confrontarlo y eventualmente derrotarlo, pero ante la estupidez estamos indefensos. Nada conmueve al estúpido, ni la fuerza, ni la razón, nada. Porque es estúpido. El malicioso retrocederá o se rendirá ante la fuerza. El estúpido jamás. Es que el estúpido nada entiende de relación de fuerzas. El malicioso puede incluso ser eclipsado por los argumentos racionales. Eso no funcionara ante el estúpido, es demasiado estúpido el estúpido para admitir razones argumentales.

El estúpido rechaza la evidencia sin mayores argumentos, le basta un artículo de fe, un meme, un slogan, un líder, una creencia y ya. Y si la evidencia es demasiado intensa pues la deja de lado y se acabó, el estúpido marchará satisfecho.

El malicioso, aunque sea por ser malicioso reconoce por donde pasa su propia conveniencia, sin embrago el estúpido por ser estúpido no le da importancia a esto y le basta la comodidad de no ser cuestionado en su propia estupidez. De allí que es más fácil intercambiar puntos de vista con el malicioso antes que con la persona estúpida.

La estupidez no es una enfermedad ni un defecto intelectual. De ninguna manera. En esencia la estupidez es un defecto moral. Se trata de un defecto moral adquirido.

Pareciera ser que la estupidez afecta más a los grupos de personas que las personas individuales. Los colectivos de gentes tienen mayor propensión a la estupidez que los individuos. Es así.

Una de las fuentes de estupidización es el poder. Es notable como el poder político, económico, religioso o mediático tiene la habilidad de infectar de estupidez a enormes porciones de la humanidad en todas partes. Incluso se puede sospechar de la existencia de una suerte de ley Psicológica – Sociológica que establece que el poder de uno demanda la estupidez del otro.  Pareciera que las personas frente al poder renunciaran de manera más o menos consiente a su propia autonomía. Los estúpidos sacrifican su independencia ante el poder. Da la impresión que el poder hechizó al estúpido con slogans y memes, con imágenes y relatos no pocas veces disparatados pero efectivos.

En principio el estúpido es estúpido, no es malo. El estúpido abandonará su estupidez cuando se libere de sí mismo. Empezando por liberarse del poder que le ha estupidizado.

Arrestaron a Dietrich en abril de 1943, después de que condujera hacia él el dinero usado para ayudar a escapar a judíos a Suiza. Fue acusado de conspiración y encerrado en la cárcel de Tegel, en Berlín, durante un año y medio.

Tras el infructuoso atentado para asesinar a Hitler del 20 de julio de 1944, también conocido como Plan Valquiria, Bonhoeffer fue acusado de complicidad por sus contactos con los conspiradores, algunos de los cuales incluso eran familiares suyos, como su tío, el comandante de la ciudad de Berlín, Paul von Hase. El 8 de octubre fue trasladado a la prisión de la Gestapo para interrogarlo y el 7 de febrero de 1945 al campo de concentración de Buchenwald. En abril de 1945 fue llevado al Campo de concentración de Flossenbürg. En el amanecer del lunes 9 de abril de 1945, Bonhoeffer, que el día anterior había dirigido un servicio religioso a petición de los demás presos, fue ahorcado. Debió desnudarse para subir al cadalso. Sus últimas palabras fueron “Este es el fin; para mí el principio de la vida”. Un médico -testigo de la ejecución- anotó “…Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios…”. Su cadáver fue incinerado.

Y su memoria perdurará para siempre entre las personas que jamás serán estúpidas.

Años después y no con menos talento otro pensador volvió sobre el asunto de la estupidez humana. Se trata de Carlo María Cipolla, historiador económico italiano, nacido en 1922 y fallecido en 2000.  Prolífico en su saber se detuvo a reflexionar sobre la estupidez recurriendo a cierta satírica y escribió un texto memorable el “Allegro ma non troppo” , (Alegre, pero no demasiado). Carlo examina en este texto el comportamiento de la gente estúpida en la mafia, el complejo industrial de las las fuerzas armadas, el partido comunista y también en sentido general analiza al estúpido en cualquier circunstancia y lugar. También en este texto enunció las inquietantes leyes fundamentales de la estupidez. Veamos:

Ley Nº1: Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.

Ley Nº2: La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.

Ley Nº3: Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.

Ley Nº4: Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que, en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.

Ley Nº5: Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.

Carlo M. Cipolla con su mirada de economista coincide con Dietrich, pues sostiene que, desde el punto de vista estrictamente económico y utilitarista, un malvado es preferible a un estúpido, puesto que las actividades del malvado a la postre significan que algunos bienes cambian de manos, mientras que las actividades de los estúpidos no presuponen beneficio para nadie.

Bueno, ya lo sabe, no sea estúpido … ni malvado.

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina