Las obras, la mayoría de gran tamaño, son acuarelas y gouache sobre papel, minimalistas y centradas en jinetes, caballos y “bestias”, en la que el leopardo tiene un papel central en la muestra.
La galería, de Matías Bassani y Rosario Cornejo fue casi un cómplice de la cosmovisión de Cornejo. En planta baja, dominaban los monos, los flamencos, quirquinchos, loros, tucanes y sobre todos los tigres en medio paisajes misteriosos y selváticos.
Arriba, en primer piso, la muestra abandona lo terrenal y lo invade jinetes monocromáticos, etéreos, fantasmales, llenos de energía e inquietud.
“yo venía, pausada y racionalmente trabajando en la serie de las Geometrías Imperfectas, pero puse en suspenso ese trabajo y necesité salir e irme lejos y sentir el agua, el aire y el viento en la cara”, escribía Cornejo para explicar su muestra.
“Pero salir era, desde el encierro, pintar”, continuó.
“Y entonces aparecieron los quirquinchos, los flamencos, los loros, los tucanes, los monos y sobre todo los tigres. Y en julio, los caballos y con los caballos vino el hombre, también y por eso libre. Esa serie me fortalecía”.