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La rana en la olla o cómo percibimos el cambio climático

Cambio climático, dos palabras que generan mucha incertidumbre. Palabras que no entendemos del todo o que interpretamos según nos plazca. Uno de los principales problemas es considerar a cambio climático y calentamiento global como sinónimos.
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Esta confusión se basa en que el calentamiento global, mejor dicho, su funcionamiento es muy bien conocido. Ya a mediados del siglo XIX, Eunice Newton Foote (1819-1888) fue la primera científica en teorizar y asociar que aumentos moderados en la concentración de dióxido de carbono (CO₂) atmosférico provoca un calentamiento global significativo. Además, lo que observamos, es que el cambio climático implica a largo plazo genera alteraciones en las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios, en principio naturales, desde el siglo XIX son resultado de las actividades humanas, que han acelerado las tasas de cambio y son el principal motor (sin ironía), debido a la generación de gases de efecto invernadero, principalmente CO2 por la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas. Este fenómeno se ve agravado y acelerado por la pérdida masiva de bosques y humedales, ecosistemas que fijan el carbono atmosférico.

Lo que sucede es que los humanos somos muy sensibles al calor, siendo uno de los primeros efectos que nos afectan y sobre los que enfocamos nuestro interés. Son muy frecuentes las noticias como los 30° en pleno julio en Salta y gran parte del país. Sobre las olas de calor que están poniendo en jaque grandes regiones en todo el mundo, rompiendo récords con una severidad implacable. Por ejemplo, Phoenix rompió un récord con 19 días seguidos con temperaturas superiores a 43,3° C, o el municipio de Sanbao en China batió el récord de temperatura con 52,2°C, o el registro de una sensación térmica de 66,7° en Irán. Aunque, los efectos son diversos y actúan con disminuciones grandes de temperaturas en otras regiones del globo, cambios en el régimen de precipitaciones y tormentas, incluso afectando las corrientes oceánicas y de vientos.

La gravedad de este fenómeno llevo a las naciones del mundo a firmar el protocolo de Kioto en Japón en 1997, comprometiéndose a reducir la emisión de gases de efecto invernadero con más de 180 países actualmente comprometidos. Entonces ¿Porque continua el cambio climático? Bueno, la explicación es compleja y debemos ir por partes; si bien el efecto directo sobre la temperatura es conocido, las consecuencias sobre otras variables planetarias recién se están entendiendo. En especial los procesos controlados por la biosfera, el componente vivo del planeta. La biología es una ciencia que se basa en procesos multicausales, no es una sino son varias las causas que controlan diferentes procesos. A esto, sumamos que la relevancia de una causa puede cambiar durante el proceso, incluso puede ser resultado del mismo proceso.

Doy un ejemplo para que sea más fácil interpretar esto: Inicialmente el aumento de las temperaturas respondía casi exclusivamente a un aumento del CO2 atmosférico, con un cambio conocido y estimado. Ahora bien, esto comenzó con mayor énfasis a principios del siglo XX cuando el planeta poseía más del 80% de sus ecosistemas sin alteraciones y funcionando. Hacia la década del 60 con el cambio de las costumbres de consumo humanas (resultado de la expansión del modelo económico estadounidense y europeo occidental) comenzó a reducirse la extensión de ecosistemas naturales. Este proceso se aceleró exponencialmente en los 90 y sobre todo en los primeros 20 años del siglo XXI, llevando a que actualmente menos del 20% de los sistemas sean naturales. El planeta y sus recursos finalmente están controlado por una sola especie animal, nosotros los humanos. Las tasas de derretimiento “normales” se aceleraron, los glaciares se derriten más rápido ahora que hace 50 años a la misma temperatura, las especies se extinguen más aceleradamente también y las poblaciones de las que sobreviven son solo un 20% de lo que eran hace 30 años. Todos estos elementos perdidos o deteriorados tienen que ser compensados por procesos planetario, eso es el cambio climático.

El factor humano es clave

Ahora bien, si solo fuera un problema biológico sería más fácil, pero existe la sociosfera, ese componente del planeta regulado por las sociedades humanas, sus políticas globales y regionales, sus componentes culturales y socioeconómicos. Quizás el más importante y crítico en este proceso es nuestra cultura de consumo insostenible, demandamos bienes, servicios y energía de una forma casi adictiva. Buscamos nuevas fuentes de energías para complementar las existentes y aumentar su consumo, no reemplazamos unas por otras, las adicionamos. Actualmente conviven energías “sucias” y “limpias”, usamos energía basada en petróleo, carbón, hidroeléctrica, nuclear, solar y eólica. Al mismo tiempo utilizamos más bienes de los que necesitamos descartando casi inmediatamente lo que asumimos que sobra transformándolo en basura, descartamos diariamente toneladas de comida, ropa, tecnología y agua. Este ritmo de explotación del planeta es realmente la causa de la mayoría de nuestros problemas, nosotros mismos somos la causa y la solución.

Entonces si somos la solución, listo no hay problema, lo resolvemos y ya. Claramente esto no está ocurriendo y el porqué es más complejo aún. Como vemos es necesaria una transformación radical y a corto plazo de nuestras costumbres, de la cultura global. Sabemos también que esto no es imposible, ocurrió reiteradas veces en la historia de la humanidad. El punto es que actualmente somos el doble de humanos que hace unas dos décadas, tenemos que cooperar y organizarnos más. Irónicamente tampoco ayuda la masificación de las comunicaciones, la abundancia de las llamadas “Fake News”, el analfabetismo científico, los movimientos anticiencia, el modelo de éxito basado en el consumo descarado, el crecimiento exclusivamente económico como objetivo global, los cambios del flujo natural de materia y energía que llamamos comercio, por nombrar los más frecuentes. 

¿Entonces qué hacemos? Cambiar nuestras costumbres individuales ayuda, pero no suma o afecta en el grado necesario a escala global, es necesario la modificación de las políticas globales. No es fácil, pero incorporando estas ideas en nuestra cotidianidad y entendiéndonos como ciudadanos globales, y estamos avanzando. Percibir que somos un elemento vivo dependiente del planeta en el que vivimos e interrelacionado en una red biológica nos permite entender que nuestra supervivencia no depende solo de nosotros. De esta forma recién vamos a poder exigir y demandar cambios en nuestra sociedad, en especial sobre los tomadores de decisiones. El cambio es desde las bases, la lucha de clases se transformó en una lucha de funciones y roles.  Grupos de poder actualmente deciden qué rol cumple cada región del planeta. Nosotros somos generadores de bienes y servicios ecosistémicos a costa de nuestro bienestar, entonces dejemos de serlo. Recién cuando comprendamos y actuemos en esa dirección comenzaremos a solucionar el problema del cambio climático global.

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina