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Democracia y algo más

“La responsabilidad por las desgracias argentinas está en disputa. La mitad cree que es culpa de los peronistas. La otra mitad cree que es culpa de los antiperonistas. El resto del mundo cree que es culpa de los argentinos”, Andrés Malamud.
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Argentina 2023. La Constitución Nacional y las provinciales disponen el fin de los mandatos del presidente, los gobernadores, la mayoría de los intendentes y la renovación total o parcial de los cuerpos legislativos de los municipios, provincias y la Nación. Así es que la política argentina está muy ocupada discutiendo candidaturas, alianzas, encuestas, lealtades y traiciones.

El común de las personas es en realidad testigo involuntario de estas danzas de ambiciones, vanidades y búsquedas inconfesables, mezcladas, para no generalizar, con alguna que otra épica honrada y distraída.

La democracia llama a votar a esta Argentina cansada y malherida. La democracia nos consultará sobre quién deseamos que nos gobierne por los próximos 4 años. Y parece ser que esta vez los cuartos oscuros se nos presentaran muy oscuros. Veamos.

Cada 4 años el sistema renueva la esperanza. Tal vez en ello resida el “éxito” de la democracia. Es decir, el descrédito y el malestar no recae sobre el sistema sino y más bien sobre el gobierno de turno que, de todas maneras, la propia democracia lo cambiará. Así funciona la esperanza de la democracia. Si esa esperanza el sistema colapsaría. Es la esperanza la que lo salva.

El fracaso argentino es tremendo. Un país desmonetizado, empobrecido y endeudado. Crónicamente mal gobernado y subdesarrollado.

El escritor Mario Vargas Llosa diría “…Argentina, un país que era democrático cuando tres cuartas partes de Europa no lo eran, un país que era uno de los más prósperos de la Tierra cuando América Latina era un continente de hambrientos, de atrasados. El primer país del mundo que acabó con el analfabetismo no fue Estados Unidos, no fue Francia, fue la Argentina con un sistema educativo que era un ejemplo para todo el mundo. Ese país que era un país de vanguardia ¿Cómo puede ser que sea el país empobrecido, caótico, subdesarrollado que es hoy?, ¿qué pasó?, ¿alguien lo invadió?, ¿estuvieron enfrascados en alguna guerra terrible? No, los argentinos se hicieron eso ellos mismos…”.

Ahora vamos a votar. Sabiendo que somos gentes endeudadas, empobrecidas y marginadas. Vamos a votar, ahora que proponemos que los chicos con fracasos escolares no repitan. Ahora que una legión de imbéciles quiere cuidar precios y vigilan a malditos comerciantes. Vamos a votar porque tenemos indiecitos que reclaman un código civil para ellos. Vamos a votar por las 8.000 personas “no binarias” censadas para quienes les creamos un ministerio de 4.000 empleados. ¡Vamos a votar!, por los subsidiados y los jubilados sin aportes y votemos también por el hambre sin fin. Pero sobre todo no nos olvidemos de votar por los fracasados de todos los partidos que nos explican cuál es el camino del éxito. Y vamos a votar también por idiotas de izquierda que no se enteran del mundo donde viven o por los energúmenos de derecha que quieren prender fuego a todo, incluso a sus adversarios. Vamos a votar, total en la Argentina no se le niega un voto a nadie.

Preocupa la ausencia de racionalidad y moderación en la política argentina. La ausencia de propuestas distinguibles y debatibles. Es inquietante la escasa o nula oferta de ideas homologables internacionalmente, de programas prudentes y consensuales.

Necesitamos ofertas electorales que sean consistentes con los tiempos del país. Ideas progresistas o conservadoras pero lúcidas. Hacen falta los liberales, como los socialistas, los conservadores, los socialdemócratas, los socialcristianos, los desarrollistas, los radicales y peronistas y las izquierdas de las corrientes racionales. Las democracias de las sociedades abiertas y pluralistas requieren el influjo de todas las ideas.

Pero, sobre todo, hace falta racionalidad y moderación en el debate argentino. Una puja por el poder que no se agote en el agravio. Que el insulto no sea la manera predominante. Queremos ideas, claras, nítidas, debatibles. 

Ideas que podamos elegir y según las cuales juzgar políticamente. Como hacen en los países normales. Esos países en donde democracia y dignidad significa lo mismo. Hacer como hacen en esas naciones donde la Patria emociona. Y son demócratas porque no pueden ser otra cosa, porque no sabrían vivir sin esperanza. Por eso. 

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina