Cuando todo parecía encaminarse a un mano a mano entre Gustavo Sáenz y Fernando Yarade, la reaparición en el territorio provincial de Alfredo Olmedo modifica el panorama electoral.
Por Gonzalo Teruel
Durante las últimas semanas iba haciéndose evidente que el próximo proceso electoral provincial iba a tener dos, a lo sumo tres, contendientes con reales expectativas para acceder a la gobernación y reemplazar a Juan Manuel Urtubey desde el 10 de diciembre. A seis meses de las elecciones y con apoyos de los oficialismos nacional y provincial respectivamente, el intendente capitalino Gustavo Sáenz y el jefe de Gabinete Fernando Yarade habían solidificado sus aspiraciones y sólo, tal vez, el diputado provincial Sergio Leavy podía terciar en esa pulseada electoral.
Pero un reciente y poco sorpresivo movimiento del también legislador nacional Alfredo Olmedo puede romper ese ordenamiento. El altisonante y burdo congresista anunció que no será candidato a presidente y que, en cambio, buscará la gobernación. Se mostró junto al intendente y anticipó una interna.
Así las cosas, si bien insisten con su voluntad electoral, Lucio Paz Posse y Carlos Parodi ya ni siquiera despiertan interés de los medios de difusión y algo parecido sucede con Pablo Kosiner y Javier David. Los diputados nacionales no gastaron recursos económicos en una tan larga como inútil campaña publicitaria de posicionamiento como si lo hicieron el titular de Aguas del Norte y el ex jefe de Gabinete que, en algún momento, deberán explicar de dónde salieron los dineros para costear sus programas en radio y televisión y sus carteles en la vía pública. También con poco margen de maniobra quedan el vicegobernador Miguel Isa y el diputado Miguel Nanni además, claro, de los referentes de espacios históricamente menos beneficiados por el voto popular como el legislador provincial Claudio Del Plá.
A la pulseada entre Sáenz y Yarade y, eventualmente, Leavy ahora hay que sumar a Olmedo. De qué manera impactará su presencia en las elecciones provinciales es todavía un interrogante. Puede suponerse que si repite su conocida letanía en contra de la dirigencia política (como si él no fuera funcionario público desde hace 15 años) y sus habituales bravuconadas, puede atraer a ciudadanos tan descontentos con Macri y Cristina como con Urtubey y Sáenz y canalizar el “voto bronca” que en algún momento aprovechó el Partido Obrero.
Eso no es suficiente para ganar una elección pero si para hacer perder a otro candidato. Una hipótesis es que tal vez por eso, el propio Sáenz lo quiere en una interna para vencerlo como hizo hace cuatro años con Guillermo Durand Cornejo y robustecer su caudal de votos para las elecciones generales. En ese mismo razonamiento Yarade debería convertirse en el David de 2015, ganando una fácil interna y perdiendo la general.
El altisonante y burdo Alfredo Olmedo anunció que no será candidato a presidente y que, en cambio, buscará la gobernación y lo que parecía un mano a mano entre Gustavo Sáenz y Fernando Yarade suma un nuevo contendiente.
La presencia de Olmedo en territorio provincial y dentro del espacio de Sáenz dificulta sin embargo la remota posibilidad de un gran acuerdo político que sugirió semanas atrás el propio intendente cuando dijo que con “mucho gusto” compartiría una formula con el jefe de Gabinete.
¿Permitirán Urtubey y un muy ambiguo Juan Carlos Romero, que todavía no explicitó de manera enfática su apoyo a ninguno de los candidatos, que un nuevo y único liderazgo como el de Sáenz se afirme en la provincia? Parece poco probable y resulta, en contraposición, más realista una apuesta por Yarade para garantizar el vigente esquema de poder político y económico de la provincia. Ese doble acuerdo Sáenz/Yarade y Urtubey/Romero cuenta, además, con el respaldo del banquero Jorge Brito, el empresario más rico de Salta, y no disgusta en principio a los operadores del gobierno nacional encabezados por el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Como sea, la opción de Sáenz por Olmedo sugiere que no está dispuesto a compartir el poder político con Urtubey y Romero y, en cambio, está decidido a avanzar tras un nuevo liderazgo.
Los principales candidatos esperan todavía la confirmación de acuerdos y estrategias electorales que escapan a su propia determinación: el intendente necesita una definición desde Casa Rosada que lo confirme, o no, como el candidato único de Cambiemos y el definitivo representante salteño del presidente Mauricio Macri y el jefe de Gabinete precisa que el gobernador Juan Manuel Urtubey ordene la tropa del oficialismo tras su figura mientras que Leavy, en tanto, tiene su suerte atada a las definiciones políticas (en busca de la unidad de la oposición) de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Olmedo es el único que decide su futuro en soledad.
¿Permitirán Juan Manuel Urtubey y Juan Carlos Romero que un nuevo y único liderazgo como el de Gustavo Sáenz se afirme en la provincia?
Adicionales interrogantes menores esperan todavía definiciones en la política salteña. ¿Sostendrá la Unión Cívica Radical la postura de Nanni y de Mario Mimesi de no someterse al liderazgo del peronista Sáenz?, ¿de qué manera y en qué lugar se incorporará el Partido Renovador al proceso electoral?, ¿Leavy y David compartirán fórmula y unificarán a la militancia kirchnerista para enfrentar a candidatos más o menos afines al macrismo?, ¿hasta cuándo podrá insistir con su candidatura Isa?
Todos los aspirantes a la gobernación necesitan para ganar la elección un buen candidato para la intendencia salteña. Pero, por ahora, ningún dirigente capitalino declama con énfasis sus intenciones. Y, mucho menos, genera expectativas entre los votantes. El oficialismo municipal tiene en el titular del Concejo Deliberante, Matías Cánepa, un hombre de confianza pero carente del carisma necesario y el oficialismo provincial perdió, durante el último año y cada vez más cerca del kirchnerismo, a su representante en la última elección local: Javier David.
En los gabinetes de Sáenz y Urtubey tampoco hay dirigentes con nombre propio como para liderar una propuesta atrayente para los salteños y Bettina Romero parece muy cómoda en su responsabilidad de diputada como para intentar el salto de la Legislatura al Centro Cívico Municipal. El diputado nacional Martín Grande y el senador provincial Guillermo Durand Cornejo son opciones posibles pero no cuentan con la más mínima simpatía ni del intendente ni del gobernador.
Para ganar la elección provincial, los aspirantes a la gobernación necesitan un buen candidato para la intendencia salteña pero, por ahora, ningún dirigente capitalino genera expectativas entre los votantes.
Frente a esa escasez absoluta de figuras interesantes para la intendencia de la ciudad que contiene la mitad de la población provincial suena cada vez con más fuerza el nombre de un outsider de la política (ya con un par de años de experiencia como concejal) como el cantante tropical David Leiva. Los funcionarios municipales Frida Fonseca, Gastón Galíndez y Ricardo Villada obtuvieron nulo respaldo electoral en 2015 y las entonces autoridades provinciales Mariano Ovejero, Pamela Calletti, Roberto Dib Ashur y Carlos Morello corrieron peor suerte aún.
Así las cosas, Sáenz, Olmedo, Yarade y Leavy todavía no anunciaron sus referentes capitalinos (mucho menos para las otras ciudades de la provincia) y la pelea política por la principal ciudad de la provincia no se enciende.