Sabiendo que la última y definitiva palabra la tendrán los más de 1 millón de salteños que el próximo domingo 14 de mayo emitirán su voto, ya pueden anticiparse una certeza y varios interrogantes para el futuro político de la provincia.
En una campaña electoral corta y triste, ningún partido o frente político pudo instalar un candidato opositor con la potencia necesaria para amenazar la victoria de Gustavo Sáenz. El gobernador, en consecuencia, será reelegido, mandará por 4 años más y esa es una certeza como también lo es que sostendrá un cómodo control político de la Legislatura y de los Municipios, aunque en algunos importantes pueda haber cambio de autoridades.
“No despierta grandes fervores, pero ningún otro lo hace” coinciden analistas políticos y plantean que “lo que habrá que observar es cuál es el porcentaje de abstención y cuál el del voto en blanco que son formas de expresar descontento o desencanto con una gestión”. En las elecciones provinciales de 2019 la participación estuvo apenas por encima del 70% y el voto en blanco sumó un 2,5% del padrón electoral mientras que en las elecciones provinciales de 2015 esos porcentajes fueron del 73,5% y más del 3%, respectivamente.
Sobre el porcentaje que obtendrá Sáenz esta vez, consultores y encuestadores proyectan “un piso del 45% que puede estirarse hasta el 50% o tal vez un poco más por la utilización del aparato gubernamental y por la ausencia de una opción mejor”.
En las elecciones de 2019 el entonces intendente de Salta Capital se impuso por más de 25 y 35 puntos porcentuales ante sus principales contendientes el entonces intendente de Tartagal, Sergio Leavy, y el ex diputado nacional, Alfredo Olmedo: 53% a 26% y 15% de los votos, respectivamente. “Quedar ahora por debajo de aquel 53% será todo un mensaje para el gobernador” advierten los consultores y recuerdan que “cuando Juan Carlos Romero en 1999 y Juan Manuel Urtubey en 2011 fueron por su primera reelección obtuvieron casi el 60% de los votos, mejorando notablemente sus resultados de 1995 y 2007”.
En cualquier caso, otros interrogantes válidos son cómo y con quién encarará una nueva gestión el gobernador Sáenz. “Siempre hay cambios, pero no creo que sean muchas las variantes en el gabinete por la simple razón que no hay grandes figuras ni en la Legislatura, ni en las Universidades, ni en las Cámaras Empresariales, ni en ningún otro lado que puedan ser convocadas a un nuevo gobierno” reconoció en off the record uno de los ministros y anticipó que “tampoco habrá grandes cambios en las políticas públicas”.
De ser así, algo que no puede descartarse desde el análisis político, antes y después del 10 de diciembre la administración provincial gestionará fondos nacionales para obras de infraestructura y asentará en las inversiones privadas en minería, turismo y agroindustria las posibilidades de desarrollo económico de la provincia.
Hace 3 años uno de los colaboradores cercanos a Sáenz le dijo, entre preocupado y divertido, a quien escribe estas líneas que “nosotros (por el gabinete de Urtubey que había integrado) éramos malos, muy malos, pero estos (por el gabinete de Sáenz) son una banda…”. De no mediar un evento imprevisible en los próximos pocos días, Sáenz seguirá con la banda gubernamental sobre el pecho y con la banda ministerial en el gabinete al frente de la provincia.
Así las cosas, un último interrogante es quién se quedará con el segundo lugar en la preferencia electoral de los salteños: Avancemos inició la campaña con gran entusiasmo, pero, sin presencia en el territorio y sólo con participación en las redes sociales, se fue desinflando con el correr de los días y, por el contrario, Juntos por el Cambio arrancó la campaña en medio de una feroz interna entre sus dirigentes que parecen haber sido, al menos por ahora, superadas. En cualquier caso, ninguno de estos espacios expresa la ambición política necesaria para incomodar la gestión provincial en los próximos años.
