Todavía hay muchos salteños que recuerdan la mañana del domingo 19 de mayo de 1963 cuando comenzó a correr la noticia de la horrorosa muerte de un niño de 6 años en la cortada de ladrillos “Robledo”.
Por Adrián Zigaran
El brutal crimen ocurrió fue en el barrio El Milagro a 2,5 km al sur de la capital salteña, a metros del canal “Tinkunaku” donde se hizo una gruta que al tiempo se rodeó de viviendas.
Pedrito Sahueso, el hasta hoy considerado “un niño milagroso” fue violado y asesinado por su primo, Pablo Copa de 20 años, de oficio mecánico. Luego de violarlo y molerlo a golpes, creyéndolo muerto lo tiro en un aljibe de la ladrillera, el agua hizo volver en sí a Pedrito, cuestión que se percató su asesino, quien con un palo lo hundió hasta ahogarlo.
El asesino negó todo y fue detenido junto a su madre, Purísima Copa, quien oculto a la policía dos camisas con sangre. Vecinos memoriosos recuerdan: “vino, se los llevo la policía y no volvieron más”.
Pedrito se convirtió en el más popular de los muertos del Cementerio de la Santa Cruz. “No es un santo sino una devoción por las benditas almas del Purgatorio, como el Gauchito Gil o la Difunta Correa”, dijo a la prensa, monseñor Dante Bernaki. “Es el más visitado”, confesó el administrador del cementerio. “En época de exámenes estudian cerca de su tumba”
“No conoció padres, a los 6 años subió a los cielos mártir y víctima de un monstruo humano…”, dice una placa en su tumba.
Pedrito tuvo padres y un hermano mellizo, Pablo, muerto al nacer el 26 de junio de 1956, día de San Pedro y San Pablo. Ángela Sanhueso los tuvo a los 33. Era pastora en La Capilla, a 3.000 metros, en Santa Rosa de Tastíl. Vivía en un rancho de piedra con Demetrio y Norberto, medio hermanos de Pedrito. Fue Demetrio de 13 años en ese entonces, quien ayudo a su madre en el parto en esa zona inhóspita y recuerda… “Ella me despertó a las 5 de la mañana y me dijo: ‘Cortame aquí’. Era el pupito. Me pidió que lave al chico y que no lo vaya a golpear. En el suelo había un cuero de oveja, como una cuna”, recuerda Demetrio, todavía dolorido por el crimen de Pedrito, ocurrido hace 55 años.
“Al rato, ella vuelve a quejarse y nace otro changuito más flaquito, pero al ratito muere. Como habían sido los fogones de San Pedro y San Pablo, mi mamá les puso Pedro y Pablo, éste último es el que murió”. El comisario Julián Barboza, jefe del Destacamento Estación Gobernador Solá, tuvo cuatro hijos con ella a quienes nunca asistió.
“Pedrito tenía 4 cuando Barboza se lo pidió para que lo criara una cuñada en Salta. Ella aceptó: no tenía qué darnos de comer. Le compré botitas y se las llevó”, recordó Demetrio. A su suplicio se sumaban los abusos físicos y verbales a los que fue sometido por el bestial hijo de esta mujer. Un joven de 20 años que no tenía pudores en humillarlo con diversos vejámenes públicos quien luego terminaría asesinándolo.
“Pedrito lloraba. No se quería ir. Mi mamá vivió con el remordimiento hasta su muerte en 2003, a los 80. Aún anciana quería visitarlo”, contó Gladis. Ángela supo de su muerte una semana después. A Demetrio le preguntaron si el Sanhueso muerto era su hermano
El historiador Miguel Ángel Cáceres recopiló datos sobre Pablo Copa y su madre: “Los dos fueron absueltos por el beneficio de la duda, aunque estuvieron presos tres años a la espera del juicio”. Pedrito se convirtió en el más popular de los difuntos del cementerio, donde hay 19.000 nichos y 3.000 mausoleos.
“Un estudiante cordobés un día paseaba por el cementerio y comenzó a indagar sobre la tumba de este pequeño. Al conocer su historia, prometió que si se recibía, volvería para refaccionarla como agradecimiento”, cuenta la una empleada del cementerio. Así fue. El estudiante alcanzó su título de médico y desde entonces los pedidos llegan por centenas
Su horrenda muerte a los 6 años, astilló los corazones de miles de salteños y ahora trasciende fronteras. Es una historia trágica, dramática, donde un inocente niño fue brutalmente asesinado por un depravado cobarde y lascivo, que logró burlar la Justicia ante la ignorancia rústica de los padres del pequeño mártir.
En el Cementerio de la Santa Cruz, año a año, miles de personas recorren el santuario de Pedrito Sanhueso. Allí, no hay una foto del niño. No se trata de un santo, sino de un “alma bendita”. Es entre los que moran en el cementerio, de los más populares.
Ángela, su madre, lloró por él hasta el fin de sus días y hasta entonces, año 2003, cuando tenía 80 años, se arrepintió de habérselo dado a su padre al niño. Pedrito no quería desprenderse de ella.
Los hermanos de Pedrito (por parte de madre), sostienen el cuadro (Demetrio y Gladis). La señora es la esposa de Demetrio, es decir, la cuñada de Pedrito. La nena que está en el ángulo superior izquierdo, es la hija de Gladis, y por ende sobrina de Pedrito. La familia vive en Campo Quijano. Su brutal muerte, sus inocentes seis añitos, su amor por vida, lo convierten en un alma de veneración en el cementerio local.