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Romero impulsó el vergonzoso aumento de dietas en el Senado de la Nación

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Juan Carlos Romero fue uno de los senadores que impulsaron el aumento de las dietas en el Congreso Nacional. Lo hizo al final de la sesión ordinaria de ayer. Los legisladores votaron a mano alzada, para no dejar registro de la misma.

Romero impulsó el vergonzoso aumento de dietas en el Senado de la Nación - Revista Salvador

“Presidente: obra en Secretaría un proyecto de resolución firmado por varios senadores, que está también en las bancas de cada uno, para que sea puesto en consideración”, así, sobre el cierre de la sesión en el Senado, el salteño Juan Carlos Romero, del bloque Cambio Federal, impulsó la votación exprés para el aumento de los sueldos de los legisladores de la Cámara Alta.

En ningún momento se mencionó explícitamente los objetivos o algún título que explicara el texto, cuyo contenido se había acordado por todos los espacios en la reunión de Labor Parlamentaria, poco antes de la sesión. Aunque a Javier Milei le pese, La Libertad Avanza firmó la resolución con la rúbrica del sanjuanino Bruno Olivera para que las dietas de los senadores se eleven de $1.700.000 a más de $4.000.000.

Romero, quien desde hace décadas representa a Salta en la Cámara Alta nacional, es uno de los principales referentes de la política salteña, millonario, dueño del diario El Tribuno y con gran parte de su familia ocupando cargos en la política provincial.

Un nuevo “si pasa a pasa”, como el que ya había ocurrido hace un mes con los sueldos del Poder Ejecutivo, a través de un decreto firmado por el propio presidente, en medio la motosierra que licuó haberes de empleados públicos (y también privados). Luego, tras darse a conocer la medida, Milei dio marcha atrás y culpó con malabares dialécticos a la expresidente Cristina Kirchner.

“Corresponde entonces votar a mano alzada la habilitación sobre tablas del proyecto S.-615/24, de autoría de varios senadores, que obra sobre las bancas, requiriéndose dos tercios de los votos”, respondió la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel. La misma lógica: no aclarar de qué se trataba el proyecto de resolución que llevaba más firmas además de las de Romero y Olivera. De Unión por la Patria (UP): José Mayans (Formosa), Carlos Espínola (Corrientes) y Juliana di Tullio (Buenos Aires); de la UCR: Pablo Daniel Blanco (Tierra del Fuego) y Daniel Kroneberger (La Pampa); Lucila Crexell por Comunidad Neuquén; y Sonia Rojas Decut (Misiones) por el Frente Renovador de La Concordia Social). Apenas S615/24, como se nombran de forma secreta e interna a operaciones bélicas o proyectos industriales antes de que salgan a la luz.

“Corresponde ahora que se lo someta a votación a mano alzada… Aprobado. No habiendo más asuntos que tratar, queda levantada la sesión”, cerró Villarruel, tras hacer un conteo a vuelo de pájaro de los brazos en alto en los escaños.

Ninguna objeción o retracción, nadie que haya pedido la palabra para expresar su rechazo, y una votación a mano alzada para que no quedaran registro en las actas.

Aunque hubo declaraciones posteriores de quienes quisieron despegarse, la connivencia entre los bloques quedó clara, más allá de quiénes levantaron la mano. Lo demuestra la negociación previa deslizada en los bloques, así como cuestiones reglamentarias.

“Hubo dos reuniones de Labor, una el miércoles, donde se presentó la solicitud de que se trate esta resolución. Y hubo otra reunión el jueves a las 10 de la mañana, duró hasta las 11. Ahí se pusieron de acuerdo”, expresaron desde el Senado a este medio. “Acá hay 72 senadores que tomaron una decisión por mayoría. Ellos definen su situación salarial, porque en marzo se desvinculó el salario de la paritaria salarial del senado… terminaron definiendo ellos su sueldo”, mencionó otro conocedor de los pasillos del Congreso.

Además de evitar cualquier referencia explícita, el sistema de votación da otra pista: si hubiesen optado por el nominal, donde todos deben pulsar el botón, quedaba el registro en actas de positivos, negativos y abstenciones. No hubo ningún planteo al respecto, se avanzó a mano alzada. Y quien debía realizar el conteo era la presidenta de la Cámara, Villarruel, quien cerró el caso con el “Aprobado”. Así, solo queda mirar las imágenes (y conocer las caras) para determinar quiénes votaron a favor.

El reglamento del Senado no abunda en cómo se contabilizan las manos que no se levantan. En rigor, votos negativos no asoman desde el silencio. Pero tampoco se contabilizan automáticamente como positivos si los senadores no piden la palabra para expresar el rechazo, como circuló después.

No obstante, el reglamento, en su artículo 210, aclara que “si se suscitan dudas en relación al resultado de la votación, inmediatamente después de proclamada, cualquier senador puede pedir rectificación”. Nadie pidió esa rectificación.

En el artículo 212 el reglamento también especifica: “El senador presente, con autorización del Cuerpo, puede abstenerse de votar”. Nadie, tampoco, pidió esa autorización.

Más allá de las diatribas de Milei, en el espacio libertario dejaron constancia públicamente que LLA participó de la negociación. “Hoy los senadores de todos los bloques acordaron un aumento de su salario que fue votado a mano alzada en el recinto por contar con los votos necesarios para hacerlo”, dijo Villarruel en sus redes sociales. A diferencia de Milei, la vice no exculpó a LLA. Tampoco lo hizo el jefe del bloque oficialista Ezequiel Atauche: “El presidente sabía que se iba a votar esto, nosotros tenemos comunicaciones permanentes. Lo que pasa es que no podemos ir en contra de la voluntad del Senado, para eso justamente existe la democracia”, expresó.

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Director

Eduardo Huaity González

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