Investido por el espíritu okupa de los punks ingleses en los 70’s, el puestero devenido en dirigente futbolístico y pescador de pecera amenaza a las autoridades: “A mí nadie me saca del Mercado”.
En otras épocas les decían “patoteros”, y cuando uno cree que esto solo queda reservado para las campañas y las peleas en las tribunas de fútbol, se encuentra con que no, que las prácticas violentas aún persisten y sus actores están ahí, a la vista de todos. Solo es necesario tocarles el bolsillo o intentar quitarles “La Caja” para que salten y muestren los tatuajes tumberos.
El desafortunado y absolutamente previsible incendio del Mercado San Miguel fue un producto directo de la incapacidad, la falta de controles fiables y profesionales y la desidia de una administración que, como se verá más adelante, solo se interesa en recaudar y maximizar las ganancias, en vez de brindar un buen servicio a la altura de los desafíos de estas épocas: la indigencia fue administrativa.
Mediante el decreto Nº 720/24, se estableció la intervención del ente a cargo del mercado San Miguel, como una medida excepcional para atender la crisis. Y es que Muratore se vio expuesto tras el siniestro. En medio de la difícil coyuntura económica, las pérdidas materiales y de puestos laborales cubrieron de algún modo las responsabilidades. En el medio de este torbellino, y a falta de certezas, el Pepe se comprometió a brindar soluciones a los afectados: “Estamos terminando de desarmar todo lo que significaba un riesgo y sacando todo lo que se pueda. El jueves queremos que todos los puesteros estén trabajando dentro del mercado”, la frase pertenece al propio Muratore, y fue publicada en una nota con fecha 10 de diciembre. El famoso jueves en el que los puesteros estarían trabajando ya pasó, la gente no puede vender su mercadería y lógicamente llegan los enojos. Ante la inacción, la falta de transparencia y el difícil prontuario del responsable del ente que administra el popular mercado salteño, la municipalidad interviene por decreto. Resultado: cual barrabrava, Muratore se atrinchera, creyendo que el Mercado San Miguel le pertenece.
Hace apenas un par de años, Salta se vio convulsionada ante el asesinato de un joven que, tras ser degollado delante de su familia, murió desangrado. Los autores, una mafia de puesteros que entendían que, por haber prestado favores en campaña, tenían privilegios sobre el espacio público.
Salvando las distancias, estamos bajo una confusión similar. Muratore no es el dueño del Mercado San Miguel, como tampoco lo es de Juventud Antoniana. El pepe Muratore es un administrador temporal que a la vista de todos los salteños a fracasado. La casusa del incendio, según lo informaron las pericias ordenadas por el fiscal Ramiro Ramos Osorio, fue un corto circuito que se produjo en un freezer no apto para continuar funcionando. No había controles, ni el Ente a cargo exigía que los elementos eléctricos sean los óptimos. Solo gracias a un milagro no se lamentaron víctimas fatales ¿acaso es eso lo que estamos esperando?
Las nuevas autoridades municipales, a apenas un año de haber asumido, se están ganando el mote de “proactivos”, en este contexto es entendible que se requiera una revisión y organización de las diferentes administraciones de la ciudad. Lo que no funciona, o funciona para el lado del bolsillo de los beneficiarios ¡Afuera! (como dice Milei). En una ciudad que se ha quedado en el tiempo y el olvido, no sobra un centavo para el privilegio de nadie, ni siquiera de Muratore. Hace bien el intendente en intervenir y reorganizar el Mercado, Salta es una capital turística que era bella, y Muratore, como veremos a continuación, es un precarizador serial.
Pepe “el Precarizador”
Indagando sobre la figura de Pepe, su historia y pasado reciente, todas las respuestas surgen cuando quienes lo conocen coinciden al unísono en una frase esclarecedora: “Pepe es un pollo dilecto de Miguel Isa”, afirman en voz baja.
Es de público conocimiento de los salteños el enorme esfuerzo realizado por Miguel para transformar a la capital salteña en la Colonia Santa Rosa que lo vio crecer. Podría haber tomado lo bueno, pero solo le salió lo malo: calles intransitables, sobredosis de empleados públicos, sobre población de manteros y puesteros, ausencia de pavimento, de obras y lo que más nos dolió: perdida de estética propia. Salta ya no era al final de su mandato esa ciudad colonial admirada por el mundo entero, de a poco y durante tres intendencias, la habían transformado en una ciudad fronteriza, casi tierra de nadie, en donde los valores salteños se veían en franca retirada. El Señor y la Virgen del Milagro ahora deben competir con la Virgen de Urkupiña.
Pepe no fue ajeno a esto, fue parte. La firma de la obra fue ese nefasto y carente de estética mercado de comidas inaugurado detrás del predio de Juventud Antoniana. Una oda a la precarización pocas veces vista ¿Pero a que responde esto? ¿Falta de buen gusto o negocio a cielo abierto? Nos orientamos por lo segundo, ya que cuando uno pasa por afuera de las casas de los autores puede observar vistosos y ostentosos detalles y lujos. Pero esto es para sus vidas privadas, para los salteños bloques huecos sin reboque y pintura a la cal amarillo patito.
Con una notable fuerza de choque muy servil a la cosa electoral, desde los mercados y puestos verduleros, Muratore supo hacerse ver por Miguel y prestar servicios. Pepe creció y llegó a presidir Juventud Antoniana. Ya todos sabemos cómo se encuentra el club en estos instantes. El punto más alto fue en aquel partido que el Santo debía confrontar en Chaco, en donde el micro que trasladaba a los jugadores se quedaba sin nafta en la ruta, o sin gomas de auxilio. Ese punto de inflexión nos hizo saber que además, los jugadores que habían viajado tenían que pagarse su comida. El club no les daba nada. Fue un escándalo.
Desde allí se suele denunciar a Muratore por la utilización de barras bravas a modo de escudo personal. Un medio local, que en junio del 2022 estaba grabando una nota sobre la precariedad del Mercado San Miguel, fue prepoteado por estos sujetos. “Cómo vas a hacer un vivo acá, nos vas a perjudicar, acá no vas a grabar, estas haciendo enojar a los puesteros”, declaró Muratore.
Durante el hecho, se estaban registrando imágenes de roturas de caños cloacales a metros de donde se consumen alimentos. Así funcionaba la administración del Ente. El periodista declaró que fue intimado en ese momento por el propio Pepe Muratore y un grupo de “guardaespaldas”, como era de esperarse, jamás sucedió nada.
Finalizando este breve repaso, la detención de un supuesto involucrado con el doble crimen de la autopista oeste, en donde se ultimó a balazos en la cabeza a una pareja de jóvenes, y que luego se relacionó a cuestiones de narcotráfico, jamás fue del todo aclarada. Es una buena oportunidad para que la depuesta administración del Mercado San Miguel explique si el detenido guardaba algún tipo de relación con el mercado.
Fuente: Agenda Salta