Unos días en unos de esos tantos grupos en los cuales participo me recordaron que el 27 de enero de 1756 nacía Wolfgang Amadeus Mozart.
Yo tendría unos 5 años, recuerdo verlo a mi padre traerme de regalo mi primer disco: un simple de 2 temas en una cara Sinfonía 40 y del otro Sinfonía de los Juguetes, ambos de Mozart, y el intérprete era Waldo de los Ríos, de gran talento y fallecido joven.
Leía el recordatorio y enseguida era como escuchar los campases de esa melodía tan bella, recuerdo de un giradiscos que era muy moderno para su época, porque tenía la cualidad de reproducir en varias velocidades y 2 tamaños distintos de ejes según el tipo de disco. Eran de 78, 45 y 33 revoluciones y es evidente que fue la puerta para escuchar la música clásica.
Pasaron algunos años y volvimos a nuestra tierra natal, y mi padre volvió a encontrarse con sus amistades y una de ellas era el Dr. Gerchinhoren, fue el primer cardiólogo que tuvo nuestra ciudad, me tenía un gran aprecio y era frecuente que me buscara para hacerme pasear en su Torino, le gustaba la música clásica, y realmente a mí me agradaba lo clásico que conocía Sinfonía 40, valses de Strauss, hasta que un día fuimos a compartir una cena en la casa del Dr. y nos deleitó con algunos temas de Beethoven, mientras escuchaba “La Heroica”, se puso a comentar detalles de su composición. Hasta el día de hoy me preguntó por qué comencé a imaginar a los soldados en plena guerra haciendo funcionar los cañones y ver imágenes sangrientas del campo de batalla.
Re impresionado volví a casa tanto que cuando regresábamos en ese Torino seguía interrogando al Dr. para saber más de Beethoven, cómo habré preguntado del tema que al día siguiente me regaló mi primera sinfonía completa, la 3 conocida popularmente como “La Heroica”, que fascinación tuve por esta que llegué a gastar a este disco. Después en mi adolescencia tuve en suerte de escucharla por distintas orquestas y directores, una de las últimas versiones que tenía para escuchar fácilmente era una de Von Karajan dirigiendo la Filarmónica de Berlín. Con el tiempo pude acomodar el tiempo histórico tan significativo para la humanidad, eran tiempos de revolución, de cambios trascendentes en la historia y comenzaría la búsqueda de nuevos paradigmas en la organización social.
Los tiempos cambian: el Dr. se mudó a la capital y mi familia comenzó a cambiar su suerte. Recordar nos trae remembranzas del pasado y esos momentos emotivos que parecieron pasar, pero nos sirven para seguir construyendo nuestras vidas.
Recuerdo los acordes de “La Heroica” y me parece escuchar a Beethoven decir al referirse a Napoleón “al fin y al cabo es un ser humano”.
