Carlos Amaya descubrió, el domingo 15 de septiembre, que gran parte de su hacienda yacía muerta en una de sus aguadas: algunos animales estaban moribundos, otros parecían hipnotizados y había vacas que presentaban cortes perfectos en la región de la carretilla y les faltaba la lengua. La teoría del productor pampeano y la estimación del perjuicio económico.
Carlos Amaya, quien alquila desde hace cinco años el Campo La Reconquista en el Lote 4, ubicado a unos 15 kilómetros de la Ruta 20 -conocida como Ruta del Desierto- entre La Reforma y 25 de mayo, en el Departamento de Limay Mahuida, ubicado en la provincia de La Pampa, vivió una extraña situación a la que no le halla respuestas. Entre el jueves y el viernes, Amaya reunió su hacienda para castrar a los terneros. El sábado, alrededor de las siete de la tarde, después de capar y señalar, soltó a sus animales en el campo. El domingo en horas de la mañana, cuando se dirigió a una de sus aguadas, se encontró con un panorama desolador: en un reducido perímetro, comenzó a observar vacas muertas. En pocos metros, el número de animales muertos pasó la docena, lo que le causó gran preocupación.
“Luego de capar a los terneros y señalarlos, solté las vacas en un predio de unas diez mil hectáreas alrededor de las siete de la tarde. Al día siguiente, junto a un muchacho que me ayudó con la capada, salimos en la camioneta a revisar otra aguada. Después de recorrer unos dos kilómetros, él vio un animal caído. Primero pensó que era un caballo, pero al acercarnos, era una vaca”, explicó Amaya.
Aunque al principio no le dio mucha importancia a la vaca caída, pronto se dio cuenta de la magnitud del problema: no solo había animales muertos, sino también terneras desorientadas, como en estado de shock. “La preocupación aumentó cuando vi que mi hacienda, que el día anterior estaba en pie, ahora estaba tendida en el suelo. Encontré alrededor de diez u once vacas muertas, dos terneros machos y una ternera viva, pero que parecía hipnotizada, movía las orejas y tenía espuma en la boca. También noté que una vaca caída tenía algo en el lomo, como si la hubieran rociado con algún líquido”, agregó.
Carlos no encuentra respuestas. Es habitual que algunos terneros de seis a nueve meses puedan morir por el estrés que producen los señalamientos y la castración. Sin embargo, de los cerca de treinta vacunos encontrados, solo había tres terneros machos; el resto eran hembras: vacas, vaquillonas y terneras. “No puedo entender cómo murieron tantas vacas juntas. Creo que las mutilaron y las mataron con una descarga eléctrica, porque quedaron como electrocutadas. Esa es mi teoría, porque no encuentro otra explicación”, comentó.
El productor recibió un llamado de un veterinario por una consulta del secretario de Ganadería del Gobierno de La Pampa, quien escuchó su relato pero no ofreció respuestas concretas. “Me llamó ese veterinario y me prometió que me iba a visitar en el campo, pero no se concretó nada. Por mi cuenta, decidí enterrar las vacas una por una para evitar la posibilidad de una enfermedad contagiosa”, indicó Amaya.
Carlos, que se considera un mediano productor con un stock de 130 cabezas, estima que la pérdida de estos treinta animales le representa un perjuicio económico de aproximadamente diez millones de pesos. “Algunas vacas valían entre 300 y 500 mil pesos, especialmente las preñadas que estaban por parir en primavera”, explicó.
Por su parte, Elías Colado, intendente de La Reforma, visitó el campo de Amaya y ofreció una pala cargadora para enterrar los animales. En diálogo con Infobae, expresó su desconcierto: “Llama la atención porque, a pesar de la sequía en la zona, los animales estaban bien alimentados. Eran vacunos de buen porte. Es extraño que en un área de 300 metros se hayan encontrado casi treinta animales muertos, la mayoría juntos, y una ternera viva en estado de nerviosismo. También observé que algunas vacas tenían la carretilla comida y les faltaba la lengua”.