Revista

lianza

Los “caza ovnis” argentinos

Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram

El Centro de Identificación Aeroespacial se encarga de analizar, con rigor científico, actividades o elementos no identificados en el espacio aéreo. Llevan cerca de 200 casos estudiados. Fue creado el 4 de abril de 2019 y depende de la Fuerza Aérea.

Los “caza ovnis” argentinos - Revista Salvador

Lejos de las especulaciones, en nuestro país existe un organismo encargado de investigar y analizar con rigor científico los eventos, actividades o elementos presentes en el espacio aéreo. Se trata del Centro de Identificación Aeroespacial, que fue creado el 4 de abril de 2019 y que depende de la Fuerza Aérea Argentina. Allí, acuden instituciones estatales o personas individuales que buscan una explicación sobre la presencia de objetos en el firmamento o de sombras y manchas en fotos o videos del cielo.

“La identificación en el rango óptico, que es lo que nosotros hacemos, es una tarea crucial para la toma de decisiones”, afirmó el comodoro Rubén Lianza, piloto militar, licenciado en Sistemas Aeroespaciales y director del Centro de Identificación Aeroespacial. “La idea es tener, en tiempo de paz, un organismo que pueda, en tiempo de conflicto, constituirse rápidamente en un centro de filtraje e interpretación de fotos y videos de objetos que se encuentren por encima del horizonte y que sean remitidos a este centro de filtraje desde los puestos de observadores aéreos”, agrega.

Según detalla, el centro sirve también para identificar objetos a muy baja altura, o que, por su altitud, se encuentren muy por encima del rango de la caza interceptora, como satélites espías, por ejemplo. “En la actualidad los nuevos escenarios tácticos incluyen elementos que no solo operan desde el espacio exterior sino también a muy baja altura, como el caso de los drones kamikazes, que no pueden ser neutralizados por la caza interceptora y que requieren identificación inmediata, especialmente en el caso de la Vigilancia y Control del Espacio Aéreo en situaciones tales como reuniones cumbre de mandatarios internacionales”, argumenta.

El organismo, que es un ejemplo sobre el tratamiento de este tema en el mundo, cuenta con tres divisiones en las que trabajan nueve profesionales, a los que, además, se les suman asesores externos. Entre ellos, hay especialistas en instrumental y sensores, en seguridad radiológica, en tratamientos de evidencia y en accidentes aeronáuticos.

Lianza explica que de 2015 a la fecha llevan cerca de 200 casos analizados. “Muchas causas son originadas por problemas ópticos, dentro de la misma cámara. Hay causas biológicas, que son las que se llevan el mayor porcentaje. Casi el 40 por ciento son aves o insectos que se cruzan frente a la cámara sin que el fotógrafo se dé cuenta”, afirma.

Además, hay objetos lanzados al aire, como los globos Loon de la empresa Google, que vuelan tan alto y con el viento en altura que se los ve casi estáticos en el cielo. “Con las aplicaciones y las fechas, es muy fácil reconstituir el escenario y demostrarle al testigo que lo que estaba viendo es un globo”, describe.

En relación a los casos, cuenta que trabajan sobre el testimonio y la evidencia. “Una vez que tenemos el material, se analiza la foto o el video y se elabora una primera hipótesis en base a la observación”, asegura. Dependiendo de la primera hipótesis, a cada caso se le aplica un método recomendado. A modo de ejemplo, si aparece una mancha en una foto, se le pide al testigo la imagen siguiente y la anterior pare ver si es un problema del lente.

El año pasado, se reportaron 76 consultas sobre posibles objetos voladores no identificados. El primero de los hechos sucedió en Punta Alta, provincia de Buenos Aires. Allí, un testigo estaba filmando un aeromodelo radio-controlado cuando al revisar el video, en el minuto 7, descubrió que pasaban volando un par de objetos que aparentaban “perderse detrás del horizonte”.

Tras el análisis minucioso de las imágenes, se descubrió que la trayectoria de los objetos, sumada al hecho de descender hasta cortar la línea de horizonte muy cerca de la cámara, se trataba de un par de insectos que ingresaron al campo de visión desde la izquierda volando en alejamiento hacia el centro del cuadro.

El segundo caso fue en Hurlingham. El testigo envió un video y un par de fotos de la Luna con un punto luminoso transitando de izquierda a derecha muy próximo al borde inferior de ésta. Tras un detallado trabajo en el que se utilizaron métodos científicos diferentes, se concluyó que el objeto luminoso de las fotos era consistente con los faros de aterrizaje de una aeronave Airbus A-320 en aproximación final a la cabecera 16 de El Palomar.

El material de todos estos análisis se encuentra disponible en internet. Allí, la gente puede mandar videos y fotos junto a su testimonio. Ante la consulta sobre si existió algún caso que no hayan podido resolver, Lianza responde: “Si el caso llega sin evidencia, queda sin su ingreso para el análisis. Hubo episodios en los que faltó información, entonces no se los dio de alta para el análisis. El resto, hemos resuelto el cien por ciento de los casos”.

Compartir:

Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram

Revista

Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina