Los que quieren sangre tendrán que esperar porque, de no mediar algún suceso hoy imposible de anticipar, la pelea política y electoral entre el gobernador Gustavo Sáenz y la intendenta Bettina Romero quedará para más adelante, para bastante más adelante.
Uno y otro aceptaron, como manda la lógica política, que las elecciones legislativas del año próximo no son el momento indicado para enfrentar sus aparatos y candidatos. Y ya sugirieron que las próximas elecciones ejecutivas, en el año 2023, tampoco lo serán. “Tengo una visión de la Ciudad de Salta que requiere de por lo menos 8 años” aseguró Romero en una entrevista televisiva y, en consecuencia, reconoció su voluntad de ir por la reelección en el municipio y permitir que Sáenz, que todavía no se expresó al respecto, haga lo propio en la provincia.
De confirmarse la sentencia de la intendenta, el enfrentamiento electoral entre las principales figuras políticas salteñas no se dará en 2021 ni en 2023 sino recién durante los años de sus hipotéticos y muy probables segundos mandatos. Hasta entonces, cada uno concentrará su poder en el distrito que ya gobierna: Bettina Romero en el Centro Cívico Municipal y Gustavo Sáenz en el Centro Cívico del Grand Bourg. Por supuesto, existirán disputas muy menores por los lugares en el Concejo Deliberante, en La Legislatura y en el Congreso de la Nación pero sin que amenacen los liderazgos de cada uno.
A partir de los dichos de la intendenta y de otros gestos con el mismo espíritu del gobernador, puede anticiparse que el año próximo Sáenz concentrará su armado político en la Legislatura y Romero hará lo propio en el Concejo Deliberante. Ambos trabajarán también para tener representación cruzada en esos ámbitos pero sin dificultar las gestiones ejecutivas.
Más aún, la eliminación de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias facilita ese armado de las listas porque ya no serán los ciudadanos sino los dirigentes quienes decidirán las candidaturas. Sin amenazas internas, Gustavo Sáenz podrá armar a gusto sus listas de Diputados (y elegir al senador por Capital) y Bettina Romero la suya para el Concejo Deliberante.
Esta paz local, además, les permite a ambos vincularse de manera conveniente con la política nacional. Sáenz puede relacionar sus candidatos nacionales con el oficialismo del presidente Alberto Fernández y Romero puede ofrecer los suyos a la oposición todavía referenciada en el ex presidente Mauricio Macri.
Uno y otro disfrutan además de una oposición de escaso mérito y de nula influencia en la política provincial. Sin la amenaza del enemigo íntimo que se representaron desde que hace años sellaron su acuerdo electoral, Romero y Sáenz no tienen de que preocuparse.
Ni la Unión Cívica Radical, ni el Partido Renovador de Salta, ni el Partido Obrero, ni Alfredo Olmedo y sus bravuconadas constituyen alternativas reales al poder municipal o provincial. Tampoco el ex gobernador Juan Manuel Urtubey, hoy más interesado en la política nacional y en encontrar un lugar dentro de un hipotético y por ahora ilusorio “Macrismo sin Macri” que en la realidad provincial.