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Julio Argentino Roca o la ignorancia de la Historia que conduce a la estupidez política

La Historia es una ciencia no una afición. Como ciencia tiene método, objeto, sujeto y comprobaciones, de modo que ninguno de nuestros Padres fundadores de la República, ni los grandes hombres de la historia argentina llegaron a los monumentos por error o capricho político. Al contrario, es el error y el capricho político lo que pretende arrancarlos del homenaje público estigmatizándolos con relatos insustentables. El del General Julio Argentino Roca es un caso paradigmático.
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Nuestro querido Maestro, Francesco Pagliaro, solía decirnos «Qué país más extraño es el vuestro, tratan de defenestrar a sus próceres y se roban los monumentos de las plazas». Tenía razón, quien haya visitado los pueblos de la Europa ha comprobado de qué manera el pasado se cuida, se lo puede discutir, pero nunca agredir.

Los argentinos -bien lo diría Sarmiento en «Facundo -Civilización o Barbarie»-, tienen problemas de formación en su fenotipo. Ya advertía el gran sanjuanino «¡Cuidado pues, ese mal lo traemos en la sangre!». Tenía razón, la ignorancia y el resentimiento social son dos de los males de la conformación de la conciencia del argentino medio…, sobre todo del medio pelo.

Un gobierno formado por indolentes, terroristas, asesinos confesos, indecentes y prebendarios, advirtió que la mejor forma de dominar a un pueblo es dejarlo sin educación, sin moral y sobre todo sin pasado. Porque en el pasado se encuentran los datos, los ejemplos de las categorías y valores más elevados que hicieron que este país avanzara desde las tribus hasta la consolidación como Estado Nacional. Son apátridas, porque podarle el pasado a un pueblo es un acto de traición a la Patria. Los europeos, los norteamericanos, los japoneses y demás, hoy se cuentan entre los primeros pueblos de la Tierra y todos tienen algo en común: una fuerte conciencia histórica.

En la Argentina se operó, al contrario; Roca, Sarmiento, Rosas fueron dictadores y sanguinarios. ¡Belgrano era homosexual!, a esa barbaridad se llegó. ¿Quiénes fueron entonces nuestros héroes para estos gobiernos de utilería? Los levantiscos, los incivilizados, los saqueadores del territorio nacional, los vagos y carroñeros. Nos han degradado hasta esa conciencia histórica.

En ese delirio, el paradigma del enemigo del «pueblo» resultó Julio Argentino Roca, a quien la masa inculta y desprevenida odia por «genocida», pero desconoce su obra de gobierno y aún la misma «Campaña al Desierto». Desconocen por qué se fue contra el aborigen que no era «nuestro aborigen» sino el araucano chileno que cruzaba la Cordillera para rapiñar pagado por los ingleses. Roca hubo de enfrentar al indio que tenía los mismos Remington que las fuerzas nacionales.

Es tan débil mentalmente la dirigencia política argentina que en lugar de hallar en los hombres del pasado ejemplos a imitar y superar se empeña en destruirlos.

El momento posconstitucional argentino es sumamente rico en debates y luchas políticas donde hubo sangre incluso. Deberían saber que Roca no fue un militar faccioso (porque estos apátridas todo lo relacionan con la última Dictadura y la masa innoble e ignorante cree todo lo que dicen), sino que tenía una destacada trayectoria militar y en 1878, un presidente constitucional – Nicolás Avellaneda- lo nombró Ministro de Guerra en un momento en que dos problemas impedían el desarrollo del país: la cuestión de las fronteras, de los límites y el «Problema de la Capital».

Para entonces el problema de combatir a los malones ya había merecido luchas y hasta la construcción de la famosa «Zanja de Alsina», una trinchera que había enviado a cavar el antecesor de Roca, Adolfo Alsina, así que Roca no hizo más que continuar lo que ya se venía haciendo, sólo que en lugar de contener al indio, avanzó sobre ellos con 6.000 soldados.

Los «pobres mapuches» a quienes este gobierno alienígena, paria y vagabundo les quiere regalar territorios para que formen «un territorio mapuche», algo insólito que un Estado intente crear «estados» dentro de sus límites, habían cruzado la Cordillera en 1831 bajo el mando del cacique Yanquetruz y exterminado a los nativos originarios de este lado, principalmente Tehuelches. Más tarde, en 1872, el cacique Calfucura -que se consideraba chileno- dirigirá otra gran invasión. Su hijo será el famoso Namuncurá que cristianizado será beatificado.

La Campaña al Desierto terminó con la inseguridad de las fronteras, sirvió para liberar centenares de cautivos y terminó con la explotación del gaucho en los fortines de frontera; en definitiva, fueron incorporadas veinte mil leguas de tierras consolidando la frontera patagónica.

El 12 de octubre de 1880, Roca asume la presidencia por primera vez, para entonces el país controlaba un tercio del total de su superficie, la Capital estaba federalizada.

A diferencia de los políticos actuales que se rodean de lo más mediocre, semianalfabetos, queridas y queridos, Roca, se rodeó de intelectuales y políticos de alto nivel y de todos los sectores. Nombres como Dardo Rocha, fundador de La Plata, el propio José Hernández y su hermano, Rafael, el general Lucio Mansilla, Carlos Guido y Spano, y por supuesto, Carlos Pellegrini, fueron sus ministros, todos integrantes de la famosa «Generación del ’80».

En definitiva, Roca sentó las bases de la Argentina moderna, aquella que llegó al Centenario entre los siete países principales del mundo. Bajo su gobierno se promulgó la Ley de Educación 1420 que duró un siglo y formó un país…, en suma, el país de los argentinos, el que desde hace tantas décadas es maltratado y saqueado, el que todavía contiene una esperanza para los argentinos del presente, es obra de las dos presidencias de Julio Argentino Roca y aquella «Generación del ’80».

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina