“El pobrismo no considera la movilidad social. Los pobres son y serán. Con ellos se desarrollan lazos afectivos, de solidaridad y también de ayuda. Pero el pobrismo no elabora políticas ni procedimientos para que cada uno de los pobres evolucione hacia la riqueza. Más bien desarrolla un discurso de protesta dirigido a quienes ellos creen egoístas, que desprecian a los pobres o en el mejor de los casos los ignoran. El pobrista suele adoptar perfiles austeros y emblemáticos en su vida personal. Es una forma de expresar su vocación o preferencia por los pobres”, Manuel Solanet
Es común que el pobrismo tenga base religiosa. Para los hombres de Fe vale el mandato evangélico de amar al prójimo como a si mismo. El Papa Francisco es un pobrista y ha convocado a esa visión a muchos otros obispos y sacerdotes. El mensaje de “Laudato si” en su capítulo social expone con toda claridad esa posición, que luego se ha reiterado en todos los mensajes y documentos.
La iglesia no es una ONG aunque en el siglo XXI se trata de una obviedad de difícil aceptación. La primera plegaria del cristiano debe ser para ir al Cielo, no para medrar en la tierra.
El pobrismo es la política de la neurosis, de aspirar a poco