A los Gómez les llegaré algún día.
Ninguno me prevé, todos me miran,
a veces soy alegre, otras infame,
recito unos poemas o leo los espectáculos
en la sección “sociales” de los diarios,
y espero,
como espera una Gómez en la peluquería
a que la peinen para ir a un casamiento.
A veces estoy sorda, otras acecho,
persigo un taxi o compro mortadela
en fiambrerías de oferta al menudeo,
me siento, y luego espero.
A veces soy serena, otras casi sicótica
compro viseras y raquetas de tenis
o me pruebo una bikini en la vidriera
con la mirada urgente, encantadora,
y espero, siempre espero.
A veces les susurro, otras golpéo,
huelo innatamente rosas rojas
mientras cuelgo las ropas en la soga
esperando a que el sol y el viento norte
muestren a ver quién llega.
A veces me demoro, otras arrecio,
uso alicate para cortar mis uñas
y pongo mis pies en palangana chata,
en salmuera caliente, cuando miro novelas,
y espero, siempre espero.
A veces soy puntual, otras demoro,
tarareo el “Nabuco” o escucho a Julio Iglesias,
y pego zapatillas con cola carpintera,
dejándolas al sol.
A veces me demandan, otras me temen,
escucho la radio y opino de política
al preparar café –odio la crema-
y espero, siempre espero.
Carlos Eduardo Robino. Escritor, docente universitario y psicólogo. Fue becario de la Fundación Antorchas en Talleres de Narración, recibió premios nacionales y provinciales, entre los que se destaca el Primer Premio de Poesía de la Provincia de Salta.