La Aduana endureció los controles a la importación y exportación del fentanilo. El organismo actualizó los lineamientos para las operaciones donde se maneje esta sustancia.
Con el objetivo de evitar el tráfico ilegal de fentanilo, el Gobierno Nacional, a través de la Dirección General de Aduanas, actualizó los lineamientos de control de ingreso y exportación de esta sustancia
La División Precursores Químicos y Drogas Emergentes, dependiente de la Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos de la Subdirección General de Control Aduanero, propició “intensificar los controles en las operaciones de dicha mercadería, en atención a su naturaleza y el potencial riesgo que implica el desvío de esta sustancia para la sociedad”.
“El dinamismo con el que se desarrollan las actividades de comercio exterior exige adaptar de manera constante y permanente las medidas de control aduanero, para dar eficaz respuesta a las nuevas circunstancias que se imponen, procurando un equilibrio entre la seguridad y la facilitación del comercio”, explicó el Poder Ejecutivo.
En este marco, a través de la Resolución 15/2024, la Dirección General de Aduanas aprobó los lineamientos para las operaciones de importación y exportación de fentanilo y/o sales de fentanilo
Los mismos establecen que, previo al registro en el “Sistema Estadístico de Importaciones (SEDI)” en caso de una importación, o del registro de una destinación de exportación, los operadores de comercio exterior que soliciten importar o exportar fentanilo deberán presentar una declaración jurada anticipada ante la División Precursores Químicos y Drogas Emergentes dependiente de la Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos en el ámbito de la Subdirección General de Control Aduanero, la cual podrá adelantarse a las casillas de correo: precursoresquimicos@afip.gob.ar y narcotrafico@afip.gob.ar. Entre los requisitos, el Gobierno argentino solicita que se detalle la logística del transporte “desde y hasta el lugar de utilización” de la sustancia en cuestión, “identificando si se utilizarán transportes propios o de terceros; en este último caso, se deberá indicar el detalle de las empresas de transporte con las que va a operar y la nómina de empleados”.
Además, se deberá identificar las cuentas bancarias del importador/exportador “con certificación de la/s entidad/es financiera/s respectiva/s”.
La División Precursores Químicos y Drogas Emergentes, en el término de 30 días hábiles, realizará un informe fundado expidiéndose respecto a la procedencia o no de la solicitud; luego elevará su informe a la Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos la que autorizará o rechazará la operación solicitada.
Por su parte, el transportista deberá presentar ante el servicio aduanero una nota, con carácter de declaración jurada, en la cual manifiesta su responsabilidad por la integridad y la trazabilidad de la carga hasta el lugar de destino. Dicho transportista deberá estar debidamente autorizado por el importador/exportador. El transporte deberá realizarse con custodia aduanera y, en aquellos casos que así se requiera, con custodia de una fuerza de seguridad federal.
La Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos, a través de sus áreas dependientes, podrá realizar la comprobación de destino de la mercadería objeto de la presente, solicitar informes sobre el stock existente, detalle del consumido y toda otra medida de control relacionada a la trazabilidad de la misma.
El Gobierno ratificó que la importación y exportación de fentanilo sólo podrá realizarse por el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en jurisdicción de la Dirección Aduana de Ezeiza dependiente de la Subdirección General de Operaciones Aduaneras Metropolitanas.
Tanto esta peligrosa droga, como sus derivados, han adquirido notoriedad pública en el último tiempo debido a que ha sido responsables de cientos de muertes por sobredosis cada semana en Europa y en los Estados Unidos, donde ya es un problema sanitario de gran magnitud.
El fentanilo puede causar adicción, dependencia, tolerancia, síndrome de abstinencia y muerte. Uno de sus derivados, que es el más potente conocido hasta el momento, es el carfentanilo, el cual se estima que es 10.000 veces más potente que la morfina.
Tanto esta droga como sus sales tienen intervención de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) como autoridad de aplicación, ya que las mismas poseen usos de carácter medicinal.
Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés), la principal agencia federal que apoya la investigación científica sobre el consumo de drogas y sus consecuencias, “el fentanilo es un fuerte opioide sintético similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente”.
Si bien es un fármaco recetado, su uso como droga ilegal se ha extendido en los últimos años. “Al igual que la morfina, por lo general se receta a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación quirúrgica”, explicó el organismo.
Entre sus efectos más comunes, se incluye aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, problemas para respirar y pérdida del conocimiento.
Cuando se produce una sobredosis, “la respiración se puede hacer muy lenta o detenerse por completo. Esto puede reducir la cantidad de oxígeno que llega al cerebro, lo que se conoce como hipoxia. La hipoxia puede llevar a un estado de coma y causar daños permanentes en el cerebro; también puede causar la muerte”, explicó el NIDA.
Esta clase de drogas, los opioides, se encuentran en forma natural en la planta de amapola. Mientras algunos se elaboran directamente de la planta, otros como el fentanilo se crean en laboratorios, donde los científicos utilizan la misma estructura química para fabricar opioides sintéticos o semisintéticos, agregó el NIDA.
El fentanilo que se consume ilegalmente se vende ilegalmente en forma de polvo. Una cantidad muy pequeña causa un gran efecto narcótico: actúa uniéndose a los receptores opioides que se encuentran en áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones. Después de consumir opioides muchas veces, el cerebro se adapta a la droga y su sensibilidad disminuye, lo que hace que resulte difícil sentir placer con otra cosa que no sea la droga.