La masa de ingresos fijos que reciben los hogares argentinos caerá en promedio un 14% este año respecto de 2022, estimó un informe privado que para el cálculo asumió que la actual trayectoria de inflación se mantendrá hasta fin de año.
Peor aún, si bien el nivel de empleo que indican las estadísticas oficiales es alto, el deterioro de los ingresos reales hará que (tomando los promedios a lo largo del año, no la diferencia entre puntas) este año el poder adquisitivo de la masa de ingresos fijos de la población retroceda el nivel de 2007/08.
El consolidado de ingresos incluye los sueldos provenientes del mercado laboral, las jubilaciones y pensiones y las transferencias monetarias por asistencia social, a su vez, la licuación de esos ingresos por la inflación es el principal determinante de los resultados, dice el trabajo de Laura Caullo y Azul Chincarini, investigadoras del Ieral de la Fundación Mediterránea.
A su vez, dentro de la masa de ingresos en la última década hubo cambios significativos. El más notable es la declinación del peso relativo de la remuneración al empleo formal privado, que cayó 38,5% del total en 2011 a 33,8% en 2023, mientras aumentó el del ingreso de los empleados públicos, que pasó de 21,4 al 23% del total.
También aumentaron su peso relativo en la masa de ingresos totales las jubilaciones (pasaron de 11,9% en 2011 a 14,1% este año) y las asignaciones sociales, cuya porción en la masa de ingresos fijos llegó al 5% desde el 1,9% que explicaba en 2011, un aumento de 163% en términos relativos, tal vez la medida más clara del deterioro, precarización y creciente dependencia estatal de la masa de ingresos de la población, en que el sector que más decayó (por estancamiento del empleo y por deterioro del ingreso real) fue el de los trabajadores privados formales.
La pérdida de poder adquisitivo de la masa de ingresos fijos, destacan las autoras, ocurre a pesar de que las tasas de empleo superen el 44% y de las medidas coyunturales de “protección” de ingresos que dispuso el ministro de Economía, Sergio Massa, tras su derrota electoral en las PASO de agosto (bonos a trabajadores, jubilados y perceptores de planes sociales, devolución de IVA en compras con débito, “nuevo IFE”, eliminación del impuesto a las Ganancias para salarios inferiores a 15 Salarios Mínimos, etc).
A valores actuales, la caída del 14% de la masa de ingresos significa una reducción de $93 billones (millones de millones) en 2022 a $80 billones este año, una reducción de $13 billones que al tipo de cambio oficial ($350) supera los 37.000 millones de dólares.
Llevado todo a valores actuales, son cifras similares a la masa de ingresos de la población en los años 2007 ($78 billones) y 2008 ($82 billones). Las autoras notan incluso que la situación actual ubica la masa de ingresos de la población por debajo del nivel alcanzado en 2020 ($86 billones), “cuando la tasa de desempleo era del 11,6 por ciento”.
Al respecto, el informe señala: “la pandemia fue sobrellevada con alto grado de protección sobre gran parte de los sectores y acompañada por tasas de inflación mucho más bajas que las del 2023. Además, considerando que hoy entre 4 y 5 personas de cada 10 están trabajando y 4 de cada 10 son pobres, es evidente que muchas personas que venden sus servicios por una contraprestación no cubren sus necesidades básicas por insuficiencia de ingresos. Esto sugiere la posibilidad de que la situación actual en términos de ingresos sea incluso más desafiante que la del 2020″.
La reducción del 14% de los ingresos fijos totales este año ocurre básicamente en el mercado laboral, por la derrota del salario a manos de la inflación. La masa salarial del sector público y la del sector privado formal cayeron en términos reales 16% y 15% respectivamente; mientras el resto del sector privado cayó un 17%. La masa jubilatoria se redujo 8% y la menor caída (de “solo” 2%) fue la de las asignaciones sociales, que incluye los principales programas: Asignación Universal por Hijo (AUH), Tarjeta Alimentar y Potenciar Trabajo, becas progresar y otros programas de promoción y asistencia social, precisan Caullo y Chincarini que en su cálculo incluyeron los beneficios otorgados en los últimos meses, los ya mencionados y también la exención del componente tributario a monotributistas.
“El bono a trabajadores informales y a los titulares de prestaciones por desempleo fue contemplado dentro del componente de asignaciones sociales por su parecido con el IFE”, aclaran.
La caída de la masa de ingresos no se explica por el número de personas contabilizadas, sino por la caída de los ingresos reales. “Los meses de agosto y septiembre de este año reinauguraron tasas de inflación mensual de 2 dígitos, con 12,4% y 12,7%, que sumadas al contexto electoral y la volatilidad económica generada por la incertidumbre, hacen que las probabilidades de que en el último trimestre se vuelvan a dar tasas de inflación de un dígito sean escasas”, dicen las autoras.
“La constante erosión de los saldos monetarios con niveles de inflación interanual por encima del 160%, es estrepitosa, tal que se espera una caída de la masa de ingresos de la economía en lo que resta de 2023″, subrayan Caullo y Chincarini. Eso dependerá también también del empleo y de la cantidad de beneficiarios previsionales y asistenciales.
En relación a los ingresos específicos de cada grupo, las autoras calculan que al cierre del año las caídas sean de entre 17 y 20% en los salarios e ingresos reales del sector informal; del 17% en receptores de la AUH y haber mínimo y del 13% en el haber medio previsional, estimando un aumento nominal de este del 23,5% (por fórmula de movilidad, con aplicación de tope), en diciembre.
Otro dato impactante del estudio es que “resto del sector privado”, en su mayoría trabajadores independientes e informales, aumentó de 8,5 millones de personas en 2015 a 10,9 millones en la actualidad, una precarización de vidas e ingresos que podría estar detrás de la pérdida de fe en el gobierno y la mayor receptividad al mensaje anti-casta y la propuesta de recortar el Estado con una “motosierra” de Javier Milei. En este sector, dice el trabajo, el efecto corrosivo de la inflación es mayor al del resto, porque no tiene protección.
A su vez, con información del CEP-XXI (el “Centro de Estudios para la Producción”, de la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo, que encabeza José Ignacio de Mendiguren) basada en datos de la AFIP, el estudio también refiere algunas peculiaridades de ingresos a nivel provincial y las diferencias entre sector público y privado.
Estructuralmente, los salarios provinciales son más altos en el sur que en el norte y, en general, los que dependen del Estado son más altos y con menor cantidad de valores extremos, pero hay discrepancias. Por caso, en Córdoba el salario privado formal era en junio 2023 de $366.000 y el público de $545.000 (49% más) y en Formosa el privado rondaba los $302.000 y el público $418.000 (38,4% más).
“Considerando los efectos de las subas generalizadas de precios desde 2015, reluce la caída de salarios reales en casi todas las provincias”, dice el trabajo. La amplitud de los descensos es mayor en el caso de los salarios públicos. Entre junio de 2015 y 2023, por caso, el salario medio público en Tucumán cayó 41,7% en términos reales, en Mendoza 39,1% y en Santa Cruz 38,7 por ciento. En el mismo período el salario privado formal cayó en promedio 28,8% en Neuquén, 26,1% en Tierra del Fuego y 22,1% en Catamarca. Las únicas variaciones apenas positivas en ese período fueron una mejora del 0,7% en el salario promedio privado formal en Santa Cruz (que en esa categoría goza de los ingresos más altos del país, $761.000 mensual, gracias a sectores como minería y petróleo) y del 1% en el salario público promedio en Salta.
En todos los demás casos y en todas las provincias los ingresos de los sectores público y privado pierden la carrera contra la inflación.