Las ciudades de Río de Janeiro y Espírito Santo, en el sureste del territorio, han sido las más afectadas. Los cuerpos de rescate buscan sobrevivientes entre los escombros
Las fuertes lluvias que azotaron al sureste de Brasil durante el fin de semana dejaron al menos 25 muertos en los estados de Río de Janeiro y Espirito Santo, donde la bajada de las aguas dejó al descubierto un escenario de devastación.
El saldo de fallecidos en Espirito Santo trepó a 17 el domingo por la tarde, informó la coordinación local de Protección y Defensa Civil.
Pero “hay cuerpos que están siendo rescatados” tras derrumbes de viviendas en el municipio de Mimoso do Sul, estimó el gobernador de Espirito Santo, Renato Casagrande, en una entrevista reproducida en sus redes sociales.
En esa localidad, de casi 25.000 habitantes y ubicada en el sur del estado, se registraron 15 de las muertes debido a graves inundaciones, según las autoridades.
“Nunca vi una inundación igual”, dijo Michelly Oliveira, comerciante de 37 años, al sitio de noticias local A Gazeta.
Sin contener las lágrimas, agradeció por “estar viva”, pero lamentó la destrucción de su tienda de zapatos y fuente de ingresos.
Casagrande describió escenarios “de guerra” en municipios como Bom Jesus do Norte o Apiacá, también castigados por las lluvias. En Apiacá, se registraron los otros dos fallecimientos en ese estado.
Imágenes aéreas mostraron el sábado municipios enteros cubiertos por ríos desbordados. El nivel de las aguas descendió este domingo y permitió a socorristas acceder a zonas antes aisladas.
“La buena noticia es que paró de llover y nos permite empezar a pensar en la limpieza y reconstrucción de la ciudad”, dijo Casagrande en Mimoso do Sul.
Al retirarse las aguas, el desastre quedó a la vista, como en una calle donde un auto rojo quedó volcado de costado sobre la verja de una casa.
Colchones, sillones o electrodomésticos arruinados formaban montañas de destrozos afuera de las viviendas, una imagen repetida en Mimoso do Sul y otras localidades.
“Es muy triste ver que esas personas, especialmente las más humildes, perdieron el trabajo de una vida (…). Estamos con el corazón roto”, dijo Fabrício Gomes Thebaldi, alcalde de Apiacá, en un video publicado por el gobernador.
Personal de Defensa Civil Nacional y de las Fuerzas Armadas reforzaron el domingo las tareas de limpieza y asistencia a los afectados en una decena de municipios impactados.
En las zonas todavía anegadas, rescatistas continuaban auxiliando a los damnificados en botes inflables o aeronaves.
Alimentos, agua, medicamentos y otros productos de primera necesidad se repartieron entre los habitantes de Mimoso do Sul, según imágenes divulgadas por las autoridades.
En rueda de prensa, Casagrande anunció apoyos económicos para las víctimas del temporal en el estado, donde 5.200 estaban evacuados.
Nicellio Gonçalvez Ramos, de 52 años, lamentó la nueva inundación de su casa en Duque de Caxias: “Se inunda todos los años, al menos una vez. Pero este año ya es la tercera”, dijo a la AFP.
En esa zona serrana del estado de Río, el temporal causó ocho muertes entre viernes y sábado, informó el gobierno. Cuatro de los fallecidos eran de una misma familia que quedó sepultada bajo escombros de su vivienda, arrasada por un deslizamiento en la histórica Petrópolis, a unos 70 kilómetros de la capital estatal.
La única sobreviviente es una niña de cuatro años rescatada el sábado tras 16 horas enterrada junto a su padre sin vida, que la protegió con su cuerpo, según los socorristas. “Mi hijo fue un guerrero (…) salvó a su hija”, dijo a periodistas Roberto, padre del fallecido.
Riesgos “muy altos” de deslizamientos continuaban atemorizando el domingo a los residentes de Petrópolis, escenario de un temporal con 241 muertos en febrero de 2022.
Tragedias como estas “se intensifican con el cambio climático”, escribió el sábado en la red social X el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien se solidarizó con las familias de las víctimas.
Las fuertes lluvias en el sureste de Brasil se explican por la llegada de un frente frío tras una ola de calor extremo.
Ese fenómeno impactó a Rio Grande do Sul (sur) y avanzó hacia Sao Paulo y Rio, antes de llegar a Espirito Santo, según informes del Instituto Nacional de Meteorología (Inmet).