Una nueva hipótesis formulada por un reconocido astrofísico de Harvard ha encendido las alarmas en la comunidad científica internacional. Según su análisis, una sonda extraterrestre estaría acercándose a la Tierra, lo que marcaría el primer contacto con una civilización no humana. Mientras tanto, la NASA se mantiene en estado de observación ante la posibilidad de que el fenómeno ocurra entre noviembre y diciembre de 2025.

El planteo surge a partir del estudio de fragmentos recuperados del fondo del océano Pacífico, los cuales podrían pertenecer a un objeto de origen interestelar con características tecnológicas.
Aunque no hay una confirmación oficial, la teoría ya generó debate y dividió opiniones en el ámbito científico, donde algunos especialistas piden cautela y otros consideran que es hora de replantear los límites de la exploración espacial.
Avi Loeb, profesor de astrofísica en la Universidad de Harvard y ex director del departamento de astronomía de la institución, ha planteado una teoría que genera debate en la comunidad científica. Según Loeb, una nave o sonda alienígena no tripulada podría estar acercándose a la Tierra.
Esta afirmación se basa en su análisis del objeto interestelar denominado Oumuamua, descubierto en 2017, y en los restos de un meteorito que impactó en el océano Pacífico en 2014, conocido como IM1. Loeb sostiene que ambos podrían estar relacionados y que sus características sugieren un posible origen artificial.
En una expedición realizada en 2023, el equipo liderado por Loeb recuperó fragmentos metálicos del fondo del mar, cerca de Papúa Nueva Guinea. Las partículas esféricas contenían una composición inusual, diferente a cualquier aleación fabricada por el ser humano o detectada en meteoritos conocidos.
Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que IM1 no era un simple meteoro, sino un objeto interestelar que podría haber sido diseñado tecnológicamente por una inteligencia no humana.
Según el astrofísico, el objeto interestelar podría haber sido una sonda enviada por una civilización avanzada. Loeb sugiere que, si este artefacto transmitiera información o señales, el contacto con la Tierra ocurriría entre fines de noviembre y principios de diciembre de 2025, debido a la trayectoria calculada y el tiempo que tarda una señal en recorrer distancias interestelares.
Aunque no hay una confirmación oficial, Loeb considera que la posibilidad debe tomarse en serio. La NASA, por su parte, ha reconocido que analiza los datos recolectados en la expedición, aunque todavía no se ha pronunciado sobre el carácter artificial de los fragmentos.
La hipótesis de Avi Loeb ha generado una fuerte división en el ámbito científico. Mientras algunos investigadores consideran que sus planteos son especulativos y carecen de pruebas concluyentes, otros valoran su enfoque como una forma legítima de explorar nuevas posibilidades sobre la vida inteligente en el universo.
Loeb ha insistido en que su trabajo no se basa en creencias, sino en evidencia empírica. Asimismo, defiende la idea de que el estudio científico debe mantenerse abierto a escenarios que tradicionalmente han sido ignorados por temor al estigma.
Aunque no ha confirmado la hipótesis del contacto inminente, la NASA monitorea constantemente el espacio en busca de objetos no identificados y señales inusuales. En el último tiempo, la agencia ha intensificado sus esfuerzos por entender fenómenos anómalos, algunos de los cuales han sido clasificados como «fenómenos aéreos no identificados» (UAP, por sus siglas en inglés).
La posibilidad de que una inteligencia extraterrestre haya enviado una sonda hacia nuestro planeta aún es motivo de debate, pero el interés creciente por estos temas demuestra que la ciencia está comenzando a considerar seriamente lo que antes parecía parte de la ciencia ficción.