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22 de mayo de 1810: La previa del primer golpe de Estado

De la Semana de mayo de 1810, el día 22 es el más importante de todos. Porque el resultado obtenido el día 25 estuvo muy lejos de ser una “Revolución” y fue en los hechos, el primer Golpe de Estado dado en estas tierras. Hubo conspiración, arreglos, y participaron las tres Corporaciones que luego gobernarían al país: Comerciantes y hacendados (El Capital), la Iglesia Católica (El bajo clero) y los Militares. De hecho, no hubo “25 de mayo” hasta que los Patricios no salieron a la calle y como siempre en adelante, fueron aplaudidos por el Pueblo. Por E. B.
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La tensión entre la historia académica y el relato costumbrista e ideologizado no es nueva, nace junto con la Patria en 1810. Luego, cuando la historia se convierta en la herramienta política para fundar la nación del Centenario con Bartolomé Mitre a la cabeza, los hechos serán cubiertos de una pátina de idealismo casi sacrosanto.

Pero hay que analizar los hechos con desnuda objetividad y en el caso de la Semana de Mayo, rescatar para una pedagogía democrática y republicana el día 22 de mayo, conocido como el del “Cabildo Abierto”.

Esa reunión que tampoco fue democrática porque se distribuyeron entre una población cercana a las 40.000 almas sólo 421 invitaciones de las cuales sólo asistieron la mitad más o menos de los vecinos invitados, resultó, sin embargo, la fragua de las ideas que consolidarían el país medio siglo más tarde con la jura de la Constitución Nacional.

Ése 22 de mayo es el más importante porque allí se discutió por primera la legitimidad o no de un gobierno, se cuestionó la autoridad del virrey ¡nada menos! Se planteó en los hechos un concepto que flotaba en las mentes como aquel de la retroversión de la soberanía al pueblo cuando desaparecía el monarca legítimo y el derecho de éste –el pueblo- a formar un nuevo gobierno.

“Si éste no es el Pueblo… ¿El Pueblo dónde está?

No fue aquello una Revolución porque no hubo “pueblo” en las calles gritando por sus derechos sino mítines organizados por chisperos como French y Berutti, censura para ingresar a la Plaza de la Victoria (de mayo ahora). No hubo “pueblo” entonces porque NO TODOS eran pueblo como se dice ahora para generalizar a la masa ululante.

En aquellos días para ser “pueblo”, vecino, había que tener la sangre limpia, es decir, no tener mezclas, tener propiedad, una profesión liberal y familia constituida. Obviamente quedaban fuera de esa consideración los criollos, los negros, los mestizos, los zambos, los indios y los gauchos, que, al fin, eran la mayoría… como ahora, en nuestros días.

Además, de aquellos que reunían esas condiciones, ingresaron al Cabildo los que pensaban como los organizadores de la reunión. La democracia era una utopía. Como se ve, todo iba configurando el Golpe de Estado que se concretaría horas más tarde.

Los liberales con Juan José Castelli a la cabeza dieron clase de política: “Los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan y que no se preocupen, los americanos sabemos lo que queremos y adónde vamos”.

Y propuso Castelli el hecho político más importante de la historia ¡votar por primera vez qué hacer con el gobierno! Inédito para una colonia: “Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del Virrey, que dependerá de la metrópoli si esta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada”. La suerte de Cisneros, como suele decirse en las películas, estaba echada.

La única voz discordante con aquel avance que significaba la caída del virrey, fue lógicamente, la de la Iglesia Católica en la persona del Obispo, Benito Lué quien consideró que debía asegurarse “la soberanía de Fernando VII en sus dominios americanos (…) el virrey debía continuar ejerciendo el gobierno con la única novedad de hacerlo junto con un miembro de la Audiencia”. Obviamente, la Iglesia Católica y sus jerarcas, todos juramentados al Rey de España, no podían sino pregonar la continuidad del status quo para continuar dominando al pueblo y gozando de los privilegios… como hasta hoy.

En definitiva, aquel 22 de mayo, con todos sus ribetes de censura y limitaciones propias de un momento de excepción que venía termina con cuatro siglos de dominación monárquica, debe ser celebrado como el día en que se puso la piedra basal de la República Argentina.

Lo que siguió es historia conocida. O no…

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina