En Turquía, donde se registró el epicentro, al menos 912 personas murieron y cerca de 5.400 resultaron heridas, según el último balance comunicado por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Unos 2.818 edificios se derrumbaron con el temblor, lo que deja prever un balance mucho más grave.
En la Siria vecina, el temblor causó al menos 592 muertos: la agencia oficial SANA, que cita al ministerio de Salud, informó de por lo menos 371 personas muertas y 1.089 heridas en las zonas bajo control del gobierno en este país en guerra. Los Cascos Blancos, que operan en las partes de Siria en manos de los rebeldes, indicaron que hubo al menos 221 muertos y 419 heridos en esos sectores.
El temblor se sintió a las 4.17 de la madrugada y se produjo a una profundidad de 17,9 kilómetros. Debido a la hora, la mayoría de la gente estaba durmiendo en sus casas. El terremoto fue de 7,8 en la escala Richter y a una profundidad de 17,9 kilómetros, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). El epicentro se situó en el distrito de Pazarcik, en la provincia de Kahramanmaras, en el sureste de Turquía, a unos 60 km de la frontera siria. El movimiento telúrico se sintió también en el Líbano y Chipre.
Es muy probable que el balance se agrave rápidamente, teniendo en cuenta el número de edificios derrumbados en las ciudades más afectadas, como Adana, Gaziantep, Sanliurfa y Diayarbakir, en el sureste de Turquía. Debido a la hora en que ocurrió el sismo, de madrugada, la mayoría de la gente estaba durmiendo en sus casas.
La ONG de protección civil siria Cascos Blancos ha declarado el estado de emergencia en el noreste del país y ha lanzado un llamamiento a las organizaciones humanitarias internacionales para que intervengan con ayuda rápidamente.
En las regiones en manos de los rebeldes, cerca de Turquía, se registraron al menos 221 muertos y 419 heridos, según los Cascos Blancos, socorristas que se movilizan en esas zonas y contabilizan las víctimas.
«El balance pude aumentar ya que muchas familias están aún atrapadas» en los escombros, indicaron los Cascos Blancos en Twitter y agregaron que la situación era «catastrófica» y llamaron a las organizaciones humanitarias internacionales a «intervenir rápidamente» para ayudar a la población local.
Diego Álvarez Rivera, cónsul general argentino en Estambul, detalló sobre la situación en declaraciones con Radio 10: «Nosotros nos pusimos en contacto con los argentinos que habitan en las regiones afectadas y hemos podido verificar que están bien. Ninguno ha sido afectado, por los menos de los que tenemos constancia en nuestros registros y pudimos contactar».