La elevada inflación de agosto y la estimada para septiembre repercutirán en el poder adquisitivo y por eso proyectan una contracción en la demanda interna. La fuerte caída del poder adquisitivo de los argentinos es la peor en casi 40 años.
La inflación en agosto alcanzó los dos dígitos, según consultoras privadas, luego de la devaluación post PASO y el salto en los dólares alternativos, y se estima que la tendencia se mantendrá durante septiembre. Esta fuerte suba en los precios impacta de manera directa en el poder adquisitivo y, por consiguiente, en los niveles de consumo. Es por eso que tanto consultoras privadas como analistas sectoriales proyectan una retracción en la demanda interna, que comenzó a observarse en los últimos meses y que continuará en el futuro cercano. Aunque, aclaran, es difícil pronosticar qué pueda suceder luego de las elecciones de octubre.
De acuerdo al Indicador de Consumo de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), en julio se observó un retroceso de 1,6% en la comparación interanual, implicando una mayor contracción desestacionalizada de 1,8% frente al mes de junio. De todas formas, acumuló un crecimiento de 2,9% en los primeros siete meses frente al mismo período del 2022. Aunque en los próximos meses esa mejora podría erosionarse.
En un adelanto de lo que puede esperarse para otros indicadores de agosto, las ventas minoristas de la CAME cayeron 4,1% en la comparación interanual, acumulando una contracción por octavo mes consecutivo, mientras que en la variación mensual se vio una caída de 0,5%.
En ese contexto, Julio Rodríguez Rabellini, analista económico senior del departamento de economía de la CAC, señaló que desde la entidad aún no tienen los “datos cerrados de agosto”, pero estima que “el indicador de consumo muestre una caída más acelerada que en los meses previos”. “Llevamos dos meses de caídas interanual y, por lo que hemos escuchado, el aumento de precios de agosto dificultó bastante las ventas en las últimas semanas. Y la expectativa, dada la inflación de dos dígitos de agosto y teniendo en cuenta que en septiembre se espera algo similar, esto repercutiría en una caída mayor del salario real. Por lo que no vemos posibilidad de una mejora en el corto plazo”, explicó.
“Veníamos pensando que el tercer trimestre iba a ser el más complicado en términos de consumo y de actividad económica, y esto se está viendo reflejando”, remarcó Rodríguez Rabellini, quien a la hora de analizar qué puede esperarse para el futuro cercano, señaló que “es difícil de prever”: “Hasta que no quede claro qué pasará después de las elecciones octubre, la incertidumbre es muy grande. Si hay segunda vuelta, quiénes serían. Si no hay, quién será electo presidente. En ese escenario, no vemos una mejora en el consumo real ni en la actividad en el corto plazo”.
El analista de la CAC sostuvo, además, que las medidas adoptadas por el Gobierno para mitigar el impacto de la inflación en el consumo “no impactarán en todos los trabajadores”. “Son para las personas de ingresos más bajos. Pero no vamos a ver un impacto fuerte en quienes no tienen trabajo en blanco. Además, muchas empresas todavía no definieron si el bono será absorbido en las paritarias o no. Pero no va a implicar una mejora real en el consumo, es un paliativo a corto plazo para sostenerlo”.
Justamente, al analizar las medidas del Gobierno, desde la consultora Sarandí señalaron que “la política expansiva para compensar la devaluación puede contener parcialmente el deterioro del poder adquisitivo, dada la inflación de agosto”. Luego de las elecciones de octubre, agregaron, “es probable que la erosión inflacionaria vuelva a acelerar. Será relevante lo que decida el próximo Gobierno sobre las transferencias del mes de diciembre”.
Por su parte, desde Ecolatina señalaron que “el impacto de la devaluación luego de las PASO tendrá un efecto recesivo sobre la economía real”. “Incidirá negativamente sobre sectores de la actividad que hasta el momento habían sido relativamente menos golpeados (industria, construcción, comercio), como consecuencia del encarecimiento de costos, moderación del consumo y contexto de mayor incertidumbre y complicaciones en el pago de importaciones”, detalló la firma en un estudio.
“Si bien la incidencia de la sequía se irá diluyendo a partir del tercer trimestre, desde agosto comenzaron a impactar los efectos negativos de la suba del dólar sobre la economía real y la inflación. Más en detalle, los pagos a las importaciones están siendo restringidos nuevamente con mayor intensidad, sumado a la necesidad de profundizar el sesgo contractivo de la política fiscal y monetaria, al tiempo que se advierte un mayor impacto negativo de la aceleración inflacionaria sobre los ingresos”, detallaron.
En ese escenario, desde la firma resaltaron: “En un contexto en el que se espera que la inflación acumulada en agosto y septiembre supere el 20%, el Gobierno anunció nuevas medidas de compensación. Estas medidas pueden tener un efecto paliativo sobre el ingreso real de los hogares, pero no lograrán compensar la recesión económica en los últimos meses del año”.
Fuente: Ámbito Web