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Sapo cancionero donde te fuiste

Quizás hayan notado menos sapos y ranas, e incluso su ausencia en muchos lugares donde eran frecuentes en salta. Este fenómeno no es un caso aislado, actualmente y en términos generales, los anfibios están desapareciendo a una tasa acelerada y a una escala global. En las últimas décadas se registró una fuerte disminución en el tamaño de poblaciones de anfibios y la extinción de muchas especies y el Valle de Lerma no es la excepción.
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Los sapos y ranas (anfibios anuros) son organismos con un ciclo de vida complejo. Una parte de este ciclo es completamente acuática (renacuajos) y otra principalmente terrestre (adultos). En regiones con una fuerte estacionalidad como es el Valle de Lerma estos organismos son fuertemente dependientes de la disponibilidad y diversidad de humedales.

Los sistemas de humedales están representados principalmente por lagos, lagunas, bañados, riachos, arroyos y charcos. Cualquier actividad que afecte esta disponibilidad afectará directamente la abundancia y el número de especies de Sapos y Ranas. Entonces ¿Qué es lo que está pasando para que esto ocurra a gran escala? ¿En que nos afecta como humanos? ¿Cuál es la importancia de estos organismos en los ecosistemas? Y ¿Cuáles son las presiones y amenazas sobre las poblaciones de anfibios?

La respuesta a estas preguntas es bastante compleja, no depende de una única variable, pero si está demostrado que son consecuencia en gran parte de acciones y actividades relacionadas directamente con los humanos. Para empezar, la escala a la que está ocurriendo tiene que ver con la escala a la que actuamos los humanos. En los últimos 30 años el planeta paso de ser un sistema “natural” donde las interacciones y redes de organismos dominaban el funcionamiento del planeta, a un sistema planetario totalmente dominado y controlado en términos ecológicos por nosotros los humanos.

Esto se conoce como Antropoceno, o sea es el comienzo de una nueva era geológica. Nuestras acciones quedaran registradas en la historia del planeta como fueron los dinosaurios o los mares primigenios.  Este nivel de impacto tiene como consecuencia la pérdida de gran parte de la biodiversidad y en especial especies altamente sensibles entre las que se encuentran los sapos, ranas y otros anfibios actuales.

Por otro lado, los humanos somos totalmente dependientes de la biodiversidad, son los ecosistemas y las especies que los componen los que proveen las condiciones, bienes y servicios para nuestra supervivencia. Un componente de esta biodiversidad son los anfibios, que más allá de que en algunas culturas son componentes importantes de la dieta humana, en realidad son elementos estructurales para mantener el funcionamiento de los humedales.

El funcionamiento correcto de los humedales, en especial los de agua dulce, sostienen a más del 80% de la población mundial, de hecho, un dato importante es que la ciudad de Salta está emplazada en un antiguo sistema de humedales que se distribuían entre los ríos Vaqueros y Wierna al norte y el Río Arenales al sur, extendiéndose luego sobre las márgenes de otros ríos como el San Lorenzo, Astilleros, Seco, etc. Los sapos y ranas son un elemento que cumple múltiples funciones, son predadores de insectos en su etapa adulta, controlando poblaciones de insectos; son filtradores y consumidores de materia vegetal cuando son renacuajos, controlando la calidad del agua de los sistemas que habitan; y presas en ambas etapas de su ciclo de vida, por lo tanto, sostienen poblaciones de otros animales de importancia ecológica, económica y cultural. Todo esto significa que a escala de los ecosistemas sostienen estructuralmente la biodiversidad y sus funciones.

Incluso si nos remitimos a un punto de vista estrictamente utilitario desde las necesidades humanas (servicios ecosistémicos), los anfibios son indicadores extremadamente sensibles de la salud del ecosistema, respondiendo de manera precisa a cambios en las condiciones y recursos del ambiente, siendo frecuentemente los primeros en verse afectados por la contaminación y otros factores de estrés ambiental, sirviendo como alerta temprana antes de alcanzar valores que puedan afectar el bienestar de las personas.

Lamentablemente esas mismas características hacen que sapos y ranas sean extremadamente susceptibles a presiones, que, sostenidas en el tiempo, se transforman en amenazas. El listado de presiones y amenazas generales incluyen la pérdida y degradación del hábitat, la contaminación ambiental, el cambio climático, la introducción de especies exóticas y las enfermedades.

Salta tierra de cantores

Desde la representación en vasijas contenedoras de agua de los pueblos andinos, hasta ser reconocido como creador de la chacarera por el “Cuchi” Leguizamón, los sapos y ranas son protagonistas en la cultura de los salteños. Este protagonismo tiene que ver con el alma húmeda del Valle de Lerma, a lo que se sumó un paisaje histórico de centros urbanos con un entorno rural sostenido de manera más o menos estable durante los últimos 50 años.

En este paisaje al menos 16 especies de anfibios se encontraban distribuidas en cada cuerpo de agua estacional o permanente sumando a la enorme heterogeneidad ambiental necesaria sostener los sistemas productivos tradicionales. A lo largo y ancho del valle abundaban represas, canales, acequias, riachos y arroyos. Este paisaje cambió en los últimos 10 años de forma rápida, poco planificada, desordenada y poco adecuada desde lo ambiental. Este mosaico heterogéneo de fincas, chacras y parches de bosque nativo fue directamente reemplazado por extensas urbanizaciones abiertas o “countrys”, en donde en la mayoría de los casos se homogeneizo y “ordeno” la naturaleza de manera caprichosa reduciendo, e incluso elimino gran parte de estos ambientes acuáticos. Existe en este tipo de visión del “desarrollo urbano” una subvaloración, incluso desprecio, de los humedales y su biodiversidad.

Estos procesos son particularmente graves en los sapos y ranas en general y en las especies nativas en particular. Una característica que falto nombrar y que intencionalmente la deje para esta sección es la filopatria. La filopatria es la tendencia que presentan muchas especies animales a permanecer en el mismo territorio en que nacieron, o a volver al mismo para reproducirse o nidificar.

Esta característica hace que sea muy difícil que los individuos de las poblaciones de anfibios se muevan a otros sitios parecidos por más cercanos que nos parezcan a nosotros. Un ejemplo concreto fue la eliminación de un cuerpo de agua para instalar una estación de servicio, como ocurrió en la urbanización al oeste de la ciudad ejemplo (Fig. 1), acción que resulto en la eliminación directa de las poblaciones de especies presentes en ese sitio en términos de meses. Ejemplos como este abundan y se repiten prácticamente en cada emprendimiento urbano. Pero nos solo las empresas privadas son responsables, demasiadas veces vemos acciones de organismos públicos municipales, provinciales o nacionales en donde se realizan “limpiezas” de canales en momentos inadecuados (p.ej. durante la etapa reproductiva) o la modificación de humedales como canchones de depósito de chatarra y maquinaria (p. ej. gendarmería en Chachapoyas).

Ante este escenario ¿Qué podemos hacer? Aquí las acciones individuales, aunque importantes, no son significativas. Podemos no matar ni perseguir a esos animales, pero es más importante exigir políticas que contemplen el mantenimiento de estos humedales, que contrariamente aumentan la calidad de vida de los humanos y no son “focos infecciosos” como suele mal interpretarse. Para logra esto, no solo debemos exigir a las autoridades que a futuro las acciones de cambio de uso del suelo sean planificadas y ordenadas territorialmente, sino también que se haga efectivo el control sobre las empresas responsables, debemos exigir acciones de mitigación y remediación de ambientes transformados, que las evaluaciones de impacto ambiental y social sean integrales y acumulativas, que contemplen a todos los organismos clave y que se desarrollen fuertes campañas de divulgación del valor y utilidad de la biodiversidad y los ecosistemas que lo contienen.

Así podremos seguir escuchando el coro colectivo de sapos y ranas en las noches de verano, ese coro que no solo nos evidencia un ambiente saludable, sino que nos remite al mismo nacimiento de la Chacarera en Salta, tierra de cantores.

*Doctor en Ciencias Biológicas. Investigador y docente de Biología de la Conservación en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa. Más de 20 años de experiencia en conservación de humedales y Bosques en el NOA y países limítrofes

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Director

Eduardo Huaity González

Salvador® es una publicación de
Editorial ABC S.R.L.
Gral Güemes 1717
Salta, Argentina